La artritis idiopática juvenil (AIJ) agrupa todas las artritis inflamatorias de inicio en menores de 16 años, de causa desconocida y más de 6 semanas de duración. La AIJ está desencadenada por una alteración del sistema inmunitario. Esta alteración se expresa con la producción de factores inflamatorios en cantidad excesiva, desequilibrada y no controlada, que dan lugar a la inflamación de la membrana sinovial que recubre las articulaciones y produce un exceso de líquido que se denomina derrame.

Por tanto, cursa con brotes de inflamación en las articulaciones seguido de periodos de remisión y supone una causa importante de discapacidad a corto y largo plazo.

Además, la AIJ se considera una patología variable, precisamente por las distintas formas clínicas, la precocidad del diagnóstico y la respuesta individual a los tratamientos. Para que se denomine AIJ, se debe caracterizar de los siguientes aspectos: que comience antes de los 16 años, que tenga una duración de al menos 6 semanas y sea de causa desconocida. En ocasiones, la AIJ se confunde erróneamente con la artritis crónica juvenil (Europa) y la artritis reumatoide juvenil (América) esto se debe a que, en el caso de la AIJ, el diagnóstico clínico es de exclusión y no existe ninguna prueba de laboratorio o imagen de confirme el diagnóstico.

A nivel mundial, tiene una incidencia de 1,6 a 23 casos cada 100.000 menores de 16 años por año y, además, tienen una prevalencia entre 3,8-400 por cada 100.000.

Clasificación y categorías

Según la clasificación de ILAR (Edmonton 2001), existen distintas formas clínicas de AIJ que se indican a continuación:

  1. La oligoartritis, es la forma más frecuente de AIJ con una frecuencia de entre 27-56% para niños en la primera infancia con un pico a los 2-4 años especialmente en niñas. Esta categoría afecta entre 1 y 4 articulaciones a lo largo de los primeros 6 meses de enfermedad con 2 subcategorías diferenciadas: persistente (no más de 4 articulaciones afectadas en la evolución posterior) y extendida (afecta a más de 4 articulaciones después de los 6 primeros meses).
  2. La artritis sistémica tiene una frecuencia de 4-17% en ambos sexos y a cualquier edad. Se produce una artritis en una o más articulaciones que coincide o es precedida por fiebre diaria de igual o superior a dos semanas de evolución (se recomienda que la fiebre sea documentada y cotidiana durante mínimo 3 días). Asimismo, la artritis y la fiebre deben ir acompañadas de como mínimo un síntoma de los que se nombran a continuación: adenopatía, exantema eritematoso evanescente, hepatomegalia o esplenomegalia o serositis.
  3. La poliartritis factor reumatoide (+), a diferencia de la oligoartritis, es la menos frecuente (afecta a 2-7%) y aparece en la infancia tardía o adolescencia especialmente a niñas. Durante los primeros seis meses del desarrollo de la patología, se desarrolla artritis en 5 o más articulaciones, con al menos 2 test para factor reumatoide (IgM) positivo con un intervalo de mínimo 3 meses.
  4. La poliartritis factor reumatoide (-) afecta al 11.28% con una distribución difásica, es decir, con un primer pico a los 2-4 años y el segundo a los 6-12 años con mayor frecuencia en niñas. Durante los primeros seis meses del desarrollo de la patología, se desarrolla artritis en 5 o más articulaciones, con al menos 2 test para factor reumatoide (IgM) negativo.
  5. La artritis psoriásica, tiene una frecuencia similar a la artritis entesitis, pero a diferencia de esta, tiene una distribución bifásica como la poliartritis factor reumatoide (-) y afecta con mayor frecuencia a niñas con un ratio de 6:1. Se caracteriza por haber desarrollado artritis y psoriasis o artritis junto con 2 de las siguientes características como dactilitis, hoyuelo ungueales u onicólisis y psoriasis en familiar de primer grado.
  6. La artritis indiferenciada, tal y como su nombre indica, solamente se sabe que tiene una frecuencia de 11-21%.
  7. La artritis entesitis 2-11%, en el primer caso aparece en la infancia tardía o adolescencia y afecta en su mayoría a niños. En estos casos el paciente tiene artritis y entesitis o artritis o entesitis y, mínimo 2 de los siguiente síntomas adicionalmente:
  • Prueba de detección de antígeno HLA-B27 positiva.
  • Manifestación en varones a partir de los 6 años.
  • Uveítis anterior aguda
  • Dolor al palpar las articulaciones sacroilíacas o dolor inflamatorio lumbosacro.
  • Historia de espondilitis anquilosante, artritis relacionada con entesitis, sacroilitis asociada a enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome de Reiter o uveítis anterior aguda de primer grado.

Recientemente se ha propuesto una nueva clasificación que pretende homogeneizar las artritis pediátricas y por tanto analizar con mayor precisión su evolución, pronóstico y tratamiento. Esto se debe precisamente a que las categorías indicadas por ILAR no reflejan la realidad debido a que algunas categorías presentan un marcado solapamiento. Sin embargo, actualmente se siguen estos criterios por falta de validación de esta nueva propuesta.

Aspectos funcionales

Por definición, la artritis provoca inflamación en las articulaciones que afecta especialmente por la mañana y a niños y adolescentes. Esta rigidez de las articulaciones produce dificultad en la marcha que, si va acompañado de dolor, afecta con mayor severidad, por lo que el adolescente o niño le resulta más complicado moverse en su entorno como subir las escaleras en comparación con otras personas de su misma edad.

A diferencia de lo que se cree, el ejercicio facilita la realización de actividades cotidianas y tiene un impacto positivo tanto física como mentalmente. Entre sus beneficios está: la reducción de la rigidez, mejora de la movilidad articular, mantener el tono y fuerza muscular reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y la confianza e imagen corporal.

Entre las recomendaciones, como hemos mencionado está la realización del ejercicio física, por lo que, a mayor actividad, mejor movilidad. Antes del inicio de actividades, el niño debe estar capacitado para la realización de estas, por lo que debemos asegurarnos de que puede desarrollar las actividades. Una vez confirmado, se deben realizar algunas adaptaciones como el uso de material más suave, con pelotas más ligeras y dianas más grandes, reducir el área de juego y reducir el tiempo de la actividad. Además, respecto a los movimiento de estiramientos, estos se deben realizar entre 10 y 15 repeticiones en muñecas, cuello, hombros, tronco, caderas, tobillos y el cuerpo entero.

Las recomendaciones generales son:

  • No forzar, siempre respetar si el niño siente dolor y descansar cuando lo requiera.
  • Evitar mantener la postura durante largos periodos.
  • Asegurar una correcta posición, evitando mantener al niño en flexión, así como que esté sentado con las piernas cruzadas.
  • Se deben promover alternar actividades activas y pasivas.
  • Evitar realizar ejercicio cuando las temperaturas son muy cálidas o frías.
  • Se recomienda tanto la natación como la bicicleta cuando las extremidades inferiores están afectadas y se mejora la fuerza evitando la presión del peso corporal.
  • Tener en cuenta que el niño puede faltar a las clases por la aparición de brotes o por acudir a citas médicas.
  • Asegura que estén alineados los segmentos corporales, evitando asientos bajos, los respaldos y asientos deben ser firmes, cuando está sentado los pies deben estar apoyados en el suelo.
  • Recuerda que el niño puede estar afectado emocionalmente al no poder participar en todas las actividades. Se debe fomentar la participación en actividades grupales.
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