La deshidratación afecta a personas de cualquier edad. Sin embargo, se debe prestar una mayor atención a personas mayores, niños y bebés. Los padres de niños pequeños y bebés tienden a estar más atentos en verano, aunque es muy importante hacer hincapié en que la deshidratación puede presentarse en cualquier momento del año.

¿Por qué se produce la deshidratación?

La deshidratación está causada por un escaso aporte y una excesiva pérdida de líquidos que finalmente descompensa la cantidad de agua y electrolitos en el organismo.

El ayuno prolongado del bebé, una disminución de la ingesta de agua diaria en caso de bebés a partir de 6 meses y una lactancia materna que no está correctamente establecida se engloban dentro de “escaso aporte”.

Por otro lado, dentro del grupo que conforma unas pérdidas excesivas de líquido se dividen en función de los órganos a los que afectan. Puede haber pérdidas gastrointestinales (diarrea, vómitos, laxantes, etc.), renales, cutáneas (quemaduras, fiebre, ejercicio, etc.) y endocrinológicas (diabetes), entre otras. Sin lugar a duda, la deshidratación durante la infancia tiene una estrecha relación con las pérdidas gastrointestinales. En concreto, la gastroenteritis aguda es la principal causante.

Además de las causas ya mencionadas, que se pueden aplicar a la deshidratación de personas de cualquier edad, los bebés tienen una mayor susceptibilidad por varios motivos: pasan por una mayor cantidad de procesos infecciosos (especialmente gastroenteritis), la superficie corporal en relación con su volumen es muy superior por lo que en situaciones de quemaduras o fiebre sufren mayores pérdidas y también por no tener posibilidad de comunicar que tienen sed.

¿Cómo identificarla? Signos y síntomas asociados

El desarrollo de signos y síntomas depende de varios factores como la cantidad de agua perdida, las descompensaciones que se producen en el cuerpo y la velocidad con la que se restauran las pérdidas.

A la hora de identificar los signos y los síntomas del bebé es preciso distinguir en función de la gravedad de la deshidratación. La deshidratación leve por lo general no se detecta, pero cuando evoluciona a una más moderada los signos son más perceptibles. Y más pronunciados cuando pasa a shock séptico.

Los signos y síntomas en la deshidratación son:

  • Apariencia alterada, irritable o aletargada.
  • Disminución de la cantidad de la orina.
  • Extremidades calientes.
  • Piel con el mismo tono, pero más deshidratada.
  • Ojos hundidos.
  • Mucosas secas.
  • No lagrimea.
  • Frecuencia cardiaca incrementada (taquicardia), con patrón respiratorio acelerado, pulso normal y presión arterial normal.
  • Depresión de la fontanela ("parte blanda" de la cabeza del bebé que está en el sitio donde las placas que forman el cráneo todavía no se han unido), lo que da la sensación de cabeza “abollada”.

En cuanto a los signos y síntomas en shock clínico, en los que la deshidratación es más pronunciada, se produce una alteración del nivel de conciencia, con un tono de piel más pálido, con extremidades más frías e hipotensión arterial.

¿Qué debo hacer para prevenirlo?

Ahora que se acercan las temperaturas más altas y el índice de UV es más alto, debemos estar más alerta y cumplir con las recomendaciones cuando hagamos excursiones a la playa o a la montaña:

  • No exponerse a las horas centrales del día. Aunque son las horas que más apetece y más compatibles con nuestro estilo de vida, los bebés son muy susceptibles a los efectos de los rayos UV y, por tanto, es la forma más segura de protegerlos.
  • Uso de gorros y sombrillas. Siendo esta la forma más clara de proporcionar sombra y evitar que se expongan directamente al sol. Esto no quiere decir que si se usa gorro o sombrilla se puede exponer a cualquier hora del día.
  • Fotoprotección. Nunca puede faltar un solar adaptado a sus necesidades.
  • Hidratación de la piel. La piel debe estar siempre hidratada asegurando que sigue turgente y no ha habido deshidratación.
  • Uso de ropa ligera o con fotoprotección. Se recomienda ropa ligera de tejidos traspirables como algodón para asegurar que el bebé no sude y se deshidrate. Además, ciertas prendas tienen fotoprotección como forma adicional de proteger la piel.

Cómo actuar

Todo depende de la edad. Cuando se trata de bebés menores de 6 meses, es importante recordar que se alimentan exclusivamente de leche materna, por lo que al ser su única fuente de alimento e hidratación debemos centrarnos en ello. En caso de que identifiquemos estos signos o síntomas, recomendamos replantear la técnica de lactancia materna y asegurar que se hace correctamente.

Mientras que, si el bebé es más mayor, además de la lactancia materna también tiene una alimentación complementaria, por lo que se le puede ofrecer agua.

En caso de que se trate de bebés con vómitos o diarrea las soluciones de rehidratación oral infantiles son la mejor opción para reponer las sales y agua que se han perdido. Se trata de soluciones, es decir, polvo para disolver en agua o bien hay otras ya preparadas para ingerir de diversos sabores. Debido a que se las preparadas se pueden administrar en el momento sin preparación previa pueden ser las más adecuadas para evitar errores, especialmente en caso de no estar en casa.

Recuerda que no se debe hacer uso de bebidas energéticas o reconstituyentes como se ha extendido de la sabiduría popular, ya que no son útiles para prevenir la deshidratación debido principalmente a que los electrolitos no son los que se requieren y a que, además, en la mayoría de los casos tienen una gran cantidad de azúcar. Por otro lado, los sueros de rehidratación oral están disponibles en las farmacias, por lo que puedes consultar cualquier duda surgida con tu farmacéutico a la hora de adquirirlo.

 

 

Bibliografía:

García Herrero MA, Olivas López de Soria C, López Lois MG. Deshidratación aguda. Protoc diagn ter pediatr. 2020; 1:215-231.

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