La dermatitis atópica es una patología inflamatoria crónica de la piel. Tiene una prevalencia de entre el 5% y el 20% de la población general con especial mención durante la infancia y la adolescencia, que afecta alrededor del 15% hasta el 20%. Asimismo, entorno a más de la mitad de las personas que desarrollan dermatitis atópica, suelen hacerlo durante el primer año y casi un 85%, entre los primeros cinco años de vida.

¿Qué provoca la dermatitis? Entre las manifestaciones frecuentes, el síntoma predominante es el prurito seguido de la inflamación típica. De igual forma, también se producen fases de eritema, edema, vesículas, exudación, costras, descamación y liquenificación.

Existe una relación estrecha entre las personas que tienen dermatitis atópica y crisis asmáticas, rinitis, reacciones cutáneas desproporcionadas, asma, etc. Además, como tiene un componente familiar, sus predecesores también sufren episodios de asma, rinitis y afectaciones cutáneas.

¿Cómo determinar la gravedad de la dermatitis atópica?

Antes de iniciar el tratamiento, es preciso tener un diagnóstico adecuado y que se evalúe su gravedad. No será lo mismo tratar a una persona con una dermatitis leve que a una con dermatitis grave.

¿Cómo se podrá clasificar a las personas según su gravedad? Para poder determinarlo se basa en el índice SCORAD (SCORing Atopic Dermatitis) y el puntuaje EASI (Eczema Area and Severity Index). Adicionalmente a las mencionadas, también está la IGA (Investigator Global Assessment).

La escala SCORAD se basa en los resultados terapéuticos con carácter objetivo (evaluaciones médicas de la gravedad de la enfermedad) o subjetivas (síntomas experimentados por la persona). La escala tiene una puntuación y cuanto mayor sea, más grave será la patología. La puntuación tiene en cuenta el área de superficie corporal afectada y la gravedad de seis signos clínicos.

Por otro lado, la escala EASI se calcula sumando cuatro puntuaciones independientes que abarcan diferentes zonas del cuerpo:

  • Cabeza o cuello
  • Extremidades superiores
  • Tronco
  • Extremidades inferiores

Además, para cada una de las cuatro zonas, se aplica una puntuación S-A-M que pueden llegar a tener un valor de 72 puntos. ¿Qué significa S-A-M?

  • La “S” hace referencia a los signos de eritema, edema/papulación, excoriación y liquenificación. Si la persona no tiene ese signo suma 0 puntos, mientras que, si es leve suma 1, si es moderado 2 y si es grave es 3. Así sucesivamente para cada signo.
  • La “A” es el área de superficie corporal que afecta hasta un máximo de 6 puntos.
  • La “M” indica que hay que multiplicar según la región del cuerpo.

¿Cuál es el tratamiento para la dermatitis atópica?

La finalidad de los tratamientos para la dermatitis atópica consiste en limitar la sintomatología propia de la patología (como por ejemplo el prurito), prevenir las exacerbaciones, evitar las infecciones y reducir los riesgos del tratamiento.

Las medidas higiénico-sanitarias hay que seguirlas al detalle. ¿En qué consisten? En darse baños con agua templada y jabón con pH ácido, evitar el uso de ropa excesivamente abrigada y de ciertos tejidos como la lana, el plástico y las gomas. Además, se recomienda el uso de cremas emolientes con principios activos como la urea, el ácido láctico, alfa hidroxiácidos, ácidos omega 6, etc. para hidratar la piel.

Respecto al tratamiento farmacológico, existen diferentes fármacos para abordar la enfermedad. El tratamiento tópico se basa en el uso de antiinflamatorios como los inhibidores tópicos de calcineurina y corticoides tópicos. Estos últimos, incluyen la beclometasona, betametasona, prednisolona, etc. mientras que los inhibidores de calcineurina son el tacrolimus o pimecrolimus. Aunque dan resultados en dermatitis atópica leve, tienen poca penetración por lo que se recomienda aplicarlos con emolientes e hidratantes como vaselina blanca, óxido de zinc (crema para el culito del bebé), etc.

Adicionalmente, cuando se producen alteraciones en las que hay predominancia de edema y exudado, se hace uso de otros fármacos tópicos como el sulfato de cobre o permanganato potásico al actuar como astringentes y desinfectantes.

En cambio, cuando se trata de un caso agudo, sin respuesta a los tratamientos tópicos o de gran extensión, se precisan tratamientos sistémicos con menos limitaciones.

En primer lugar, se dispone de los corticosteroides sistémicos que actúan como antiinflamatorios reduciendo la sintomatología. Sin embargo, se debe destacar el hecho de que existe una “corticofobia” evidente qué, tal y como indica es fobia al uso de corticosteroides.

¿Por qué se dan casos de fobia a los corticosteroides? Este miedo pierde fuerza si el medicamento se utiliza correctamente. Conviene subrayar que estos fármacos pueden producir efectos adversos importantes. No obstante, si se siguen las indicaciones del profesional sanitario no aparecerán. Adicionalmente, pueden asociarse con antibióticos cuando se producen sobreinfecciones bacterianas de forma simultánea.

En segundo lugar, para tratar el prurito, es aconsejable el uso de antihistamínicos orales como el dexclorfeniramina (de primera generación) ya que ejercen un efecto sedante que potencia su utiliza para el objetivo último.

Cuando se trata de personas con una dermatitis atópica grave, se puede recurrir a tratamientos como la fototerapia (UVA) o el uso de inmunosupresores convencionales como la ciclosporina. Asimismo, los inmunosupresores selectivos como el baricitinib o el upadacitinib e incluso los medicamentos biológicos (anticuerpos monoclonales) como el tralokinumab.

Farmacias abiertas y de urgencia más cercanas