La medicina es la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las personas y es personal, o no es.

FUENTE: El Mundo.

La medicina es la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las personas y es personal, o no es. Cabe que determinadas acciones vayan orientadas a grupos de personas amplios y sea la sociedad en su conjunto la beneficiaria de sus resultados (salud laboral, campañas de vacunación, detección masiva de enfermedades), pero al final siempre está la relación de una persona con el médico que conoce su situación clínica y personal, relación personal imprescindible para poder aconsejar rectamente y conseguir lo más eficientemente posible los objetivos de la medicina, en todos los ámbitos.

Esta dimensión personal de la medicina no es ajena a ninguna especialidad, pero es más íntima y necesaria en unas que en otras. Es máxima, y de la máxima utilidad, la practicada por el médico de familia, y sobre todo en el médico rural. Sobre ellos recae una función principal del sistema de salud, la de proveedor inteligente del acceso al sistema sanitario global y el control de los procesos de las personas que él conoce en profundidad.

Junto a esta medicina personal está creciendo desde hace años un tipo de medicina que se ha venido a llamar medicina personalizada o medicina de precisión y que puso en primera línea de actualidad el Presidente Obama cuando en su discurso del Estado de la Nación en Enero de 2015 dijo : «Esta noche voy a lanzar una nueva Iniciativa de Medicina de Precisión para que podamos acercarnos a curar enfermedades como el cáncer o la diabetes y ofrecer a todos acceso a la información personalizada que necesitamos para mantenernos más sanos a nosotros y a nuestras familias».

Estas declaraciones y las acciones de gobierno posteriores supusieron un gran impulso a la medicina personalizada, aunque «lo necesario ahora es un que un amplio programa de investigación estimule formas creativas de aprovechamiento de estos conocimientos de medicina de precisión, compruebe rigurosamente sus resultados y construya las bases de evidencia necesarias para su introducción en las guías de práctica médica» (Collins y Varmus N Engl J Med 392,9,2015).

Proponía aprovechar la secuenciación del genoma humano, aprovechar la disposición de mejores métodos de análisis bioquímicos y de grandes bases de datos, para intensificar los conocimientos del cáncer, las drogas específicas para cada tipo de cáncer, y las resistencias a drogas. Y a largo plazo crear inmensas bases de datos (>1 millón de ciudadanos) con información genéticos, muestras biológicas y detalles sobre dieta y forma de vida, compartidos voluntariamente y con protección de privacidad, con el objetivo avanzar en el uso individualizado de las drogas ajustadas a cada paciente, identificar nuevos objetivos de prevención y tratamiento y comprobar la utilidad de los dispositivos móviles para el control de los pacientes. Creando para ello fuentes de financiación para los estudios y su transferencia posterior a la práctica. (www.whitehouse.gov/ precisionmedicine).

No han faltado voces críticas que tras analizar algunos logros concluyen que «aunque la medicina personalizada será útil para comprender mejor las enfermedades raras e identificar nuevos objetivos para otras condiciones, la promesa de mejorar la predicción de riesgos, el cambio de costumbres, bajar los costes e incrementar la salud pública en relación con las enfermedades comunes parece no realista» (Joynar y Paneth JAMA 314, 999, 2015). Yo añadiría que tampoco está bien resuelta la seguridad de las bases de datos sanitarios.

Pero los conocimientos avanzan vertiginosamente. La genética ya ha cambiado. Solemos hablar del ADN como si fuese una especie de molde para fabricar componentes, pero en realidad se parece más a un guión, del que con un punto idéntico de partida se pueden obtener resultados diferentes. Esto último es lo que sucede cuando las células leen el código genético. Y ha surgido la epigenética: «el conjunto de modificaciones en nuestro material genético que cambian la forma en que los genes se activan o desactivan, pero que no alteran los propios genes» (Nessa Carey). Estas modificaciones se ejecutan por complejos procesos bioquímicos intracelulares y que -en algunas células- pueden ser trasmisibles a varias generaciones.

Vamos hacia un paradigma médico-biológico completamente nuevo, que Laín Entralgo (El cuerpo humano. Teoría actual), entendía como una recapitulación de las ideas anteriores con la inclusión de los nuevos datos que hacen variar cualitativamente, y no sólo cuantitativamente, nuestros conocimientos.

Este nuevo paradigma, ilusionante, no debe hacer perder de vista al paciente, la relación médico-paciente, que constituye el pilar básico del edificio sanitario, aunque algunos participen de forma más lejana -pero necesaria- en la medicina de precisión.

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Eduardo Benlloch García es ex jefe Clínico del servicio de Neumología y ex presidente del Comité de Docencia del Hospital Universitario La Fe de Valencia.

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