Una alimentación rica en grasas y azúcares disminuye la variedad de bacterias. Una gran variedad en los microbios del intestino se asocia a mejor salud

En los próximos años puede que en las facultades de Medicina se hable de un nuevo órgano: el microbioma. Adquirido en el parto, a través de nuestras madres, el conjunto de bacterias que albergamos en nuestro interior atrae cada vez más atención. «Ya empieza a considerarse como un órgano más. La flora intestinal tiene una actividad metabólica que ni se sospechaba. Su metabolismo tiene efectos muy importantes, positivos o negativos, tanto a nivel local, en el propio colon, donde viven, como en el resto del organismo», señala Enrique Rey Díaz-Rubio, Jefe del servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico de Madrid.

Hoy la revista Science dedica un especial al microbioma, con siete publicaciones en las que analiza «las muchas maneras en que los microbios de nuestro intestino condicionan nuestra salud». Se admite que la flora intestinal influye en nuestro sistema inmune desde la infancia y pueden intervenir en enfermedades que afectan a diferentes órganos, incluido el cerebro.

Uno de los trabajos, que incluye a 4.000 personas, la muestra más amplia hasta la fecha, ofrece una visión sin precedentes del microbioma. A través de muestras fecales, se han identificado 14 bacterias intestinales que se encuentra en el 95% de las personas y un total de 664 especies. Además estos inquilinos delatan el estilo de vida de quien los alberga y los investigadores han encontrado relaciones entre la ingesta de antibióticos como la amoxicilina, el nivel de ácido úrico, la consistencia de las heces, la circunferencia de las caderas o incluso la preferencia por el chocolate o la cerveza.

Sin embargo, el factor que mejor explica las diferencias en la flora intestinal de unas personas a otras es el uso de medicamentos, incluyendo antibióticos, laxantes, fármacos para la enfermedad inflamatoria intestinal, hormonas, ansiolíticos (benzodiazepinas), antidepresivos y antihistamínicos. A diferencia de lo que se pensaba, el modo de nacimiento (por cesárea o parto vaginal) y la lactancia materna no parecen influir. El estudio confirma, o al menos no descarta, que ciertos microbios están asociados a enfermedades como la colitis ulcerosa o el cáncer colorrectal. Yuna sorpresa fue que incluso los ataques cardiacos pueden cambiar el microbioma, que se enriquece en la bacteria «Eubacterium eligens».

Influencia de la dieta

Respecto a la obesidad, uno de los estudios señala que hay un efecto pequeño, pero significativo, entre la composición del microbioma y el índice de masa corporal. Otro de los estudios, con participación de investigadores del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos, del CSIC, que analizó a 1.135 personas, destaca que las dietas más energéticas, los snacks, el exceso de azúcar, la leche rica en grasa y los refrescos azucarados disminuyen la diversidad del microbioma. Sin embargo, el café, te y vino tinto (con moderación) parecen favorecer una flora intestinal más variada, igual que el yogur. En general, destacan los investigadores, "hay una buena correlación entre una flora intestinal diversa y la salud. Cuando más variada sea la flora intestinal mejor"

Aunque el microbioma humano esta influenciado sobre todo por la dieta y la medicación, en Science se destaca que varios estudios que demuestran que ciertos tipos de microbios que viven en el intestino son controlados, al menos en parte, por la genética humana. Por ejemplo, un puñado de bacterias y arqueas, con reconocida importancia para la salud, están asociados con genes humanos relacionados con la inmunidad y la dieta.

"Las enfermedades ocurren como resultado de diferentes factores. Algunos de ellos, como los genes o la edad, no podemos cambiarlos. Pero sí podemos cambiar la diversidad de la flora intestinal con cambios en la dieta y la medicación", indica otro de los investigadores.

Incluso la microbiota se podría modificar para combatir a la resistencia a los antibióticos. El uso de estos fármacos puede dañar la microbiota y, paradójicamente, permiten que ciertos microbios resistentes se multiplquen, lo que aumenta la susceptibilidad de una persona a las infecciones. El restablecimiento de los microbios "buenos" en nuestro intestino podría ayudar a contrarrestar este problema. Uno de los trabajos prone de manifiesto la necesidad de desarrollar terapias más específicas contra patógenos específicos, en lugar de del uso masivo de antibióticos de amplio espectro, para minimizar el daño a las especies de microbios simbióticos esenciales, lo que permitiría preservar la estructura y función de la comunidad el microbioma.

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