El ejercicio físico llevado al extremo puede ser mortal.

FUENTE: ABC

Sábado por la tarde. Las temperaturas apacibles y el tímido viento hacían presagiar un tranquilo medio maratón en Gijón. Y, sin embargo, pocos minutos antes de terminar la prueba, se tiñó de luto. Un corredor vallisoletano, A.Á.T., que aún no había cumplido los 37 años, se desvaneció y pese a las maniobras de reanimación, poco pudo hacerse por salvar su vida. Se encontraba en el kilómetro 18 de los 21 que se disputan en la carrera y enfrente se dibujaba el estadio de El Molinón. Otro atleta, el asturiano J.C.V.G., de 52 años, se desplomó a pocos metros de la línea de meta y los servicios de urgencia que lo atendieron creyeron por un instante que se podía duplicar la tragedia. El varón, por fortuna, se encuentra ya estable, en vigilancia intensiva y a la espera del resultado de varias pruebas, según informaron ayer los servicios médicos del Hospital de Cabueñes donde fue trasladado.

Ayer por la mañana, un tercer corredor, en este caso del Trail RAE de Otañes, en Cantabria, falleció por causas que aún deben esclarecerse, al ser hallado inconsciente por otros participantes en la competición en una zona de difícil acceso y de serle practicadas, sin éxito, maniobras de reanimación. La víctima que participaba en esta carrera de 34 km era vecino del municipio colindante de Castro Urdiales y tenía solo 43 años. Sufrió un infarto y lo puede contar.

La fiebre del «running»

Estas tragedias no resultan aisladas con la proliferación, sobre todo con la llegada de las buenas temperaturas, de las carreras populares por todos los rincones del país. En los últimos cinco años se ha triplicado la aistencia a carreras de más de 3.000 corredores, aseveró Fernando Marquina, de la Federación Española de Atletismo. Sin duda, la fiebre por el «running» ha estallado y los atletas se preparan con sumo esfuerzo durante el frío invierno para dar todo de sí al arrancar la primavera. Pero si hay algo en lo que se ponen de acuerdo la multiplicidad de estudios publicados al albur de este fervor es en que correr en exceso es perjudicial para la salud y no correr ni practicar ejercicio físico también lo es.

La OMS recomienda un tiempo mínimo de 75 minutos como medida justa para proteger la salud del corazón

Lo de encontrar el punto de equilibrio en los kilómetros que se corren tienen más sentido que nunca, a tenor de los sucesos acaecidos. Los expertos señalan que correr con «regularidad» puede alargar la vida más de tres años. El último estudio sobre el tema, publicado en «The Journal of the American College of Cardiology», concluyó que «correr aunque solo sea durante unos minutos al día y a un ritmo lento reduce significativamente el riesgo de una persona de morir por una enfermedad cardiovascular en comparación con una persona que no realiza esta actividad física». La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un tiempo mínimo de 75 minutos como medida justa, pero según el mismo estudio de la Universidad de Iowa, por debajo de ese listón también proporciona beneficios a la actividad del corazón.

Los resultados de la investigación reportaron ese efecto positivo en el organismo del corredor: un 30% menor de riesgo de muerte y un 45% más bajo por enfermedad cardiaca o ictus. Por no hablar de las ganancias en términos de regular el nivel del colesterol y para el funcionamiento del cerebro: un estudio publicado en la revista «Neurology» señala que correr mejora nuestra salud cognitiva, memoria y pensamiento.

Las personas con predisposición genética a sufrir una enfermedad cardiovascular deben evitar ser corredores de gran intensidad

¿Es bueno o malo? Su justo término

Entonces, si prolonga la longevidad y protege el corazón, ¿cómo puede ser que correr sea peligroso para la salud? El científico Paul Williams, director del Estudio de Salud de Corredores en EE.UU., asevera que no alberga dudas de que «el ejercicio excesivo incrementa la mortalidad».

Los especialistas anteponen un punto de salida para el debate: las personas con una predisposición genética a sufrir una enfermedad cardiovascular deben evitar ser corredores de largo alcance. Lanzarse a correr y practicar deporte esporádicamente y con gran intensidad causa graves daños al corazón. Hay que entrenarlo, recomiendan.

En 2013, otro informe publicado en la revista canadiense de Cardiología, hizo hincapié en la necesidad de que el corredor se conciencie sobre la necesidad de moderar su actividad, hacerlo poco a poco. Los riesgos de sufrir patologías cardiacas, indica el análisis, son frecuentes entre personas con escasa formación deportiva que realizan un esfuerzo prolongado al que su cuerpo no es capaz de responder. Esto, agravado por el calor y la deshidratación puede dar con los huesos del corredor en una camilla. Deriva, en el peor de los casos, en un infarto de miocardio.

Los resultados de las resonancias magnéticas practicadas en este informe mostraron que la mitad de los corredores de largo recorrido (más de 48 km a la semana) habían sufrido una disminución de la función ventricular izquierda y derecha. También aparecieron problemas en las arterias coronarias. Se han multiplicado los corredores «recreativos» que desarrollan problemas en el corazón, aunque la buena noticia es que este estudio probó que con unos hábitos son «reversibles».

La intensidad, capital

Se ha descubierto, además, que más importante que el tiempo dedicado a la actividad física es la intensidad que se imprima en ella. Sin duda, el consejo que dan los médicos es incrementar la intensidad del ejercicio aeróbico a moderado y de moderado a más intenso, acompañando los programas con ejercicios de fuerza.

La discusión sobre las medidas del perfecto corredor es perentoria: la última investigación del Hospital danés de Frederiksberg y refrendada en 2015 por el Colegio Americano de Cardiología, que estudió durante doce años a un grupo de corredores y a otro grupo de personas sedentarias, dice que practicar más de cuatro horas a la semana este deporte produce el mismo perjuicio a la salud que llevar una vida sedentaria. Fija el tope en 2,5 horas semanales, no correr más de tres veces a la semana y a un ritmo no superior a los 8 km/h.

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