Investigadores diseñan una tecnología que les permite determinar con mucha más precisión el riesgo de sufrir arritmias tras un ataque cardiaco

FUENTE: Las Provincias

Algunos corazones soportan un infarto de miocardio sin demasiadas consecuencias a largo plazo, pero otros quedan irremediablemente dañados y, con el tiempo, pueden provocar arritmias. Estas últimas son una de las principales responsables del síndrome de muerte súbita que, a su vez, es una causa creciente de fallecimientos en los países desarrollados.

Identificar con precisión qué pacientes pueden desarrollar esta dolencia después de un ataque cardíaco es uno de los retos a los que se enfrenta la medicina moderna. Un equipo de investigadores de la Universidad John Hopkins (Estados Unidos) presentó una tecnología que consigue mejorar los resultados de las técnicas disponibles en la actualidad mediante la elaboración de un modelo tridimensional virtual del corazón infartado.

«La muerte súbita a causa de una arritmia es una de las principales causas de fallecimiento, por lo que a los pacientes con alto riesgo de sufrirlo se les implanta un desfibrilador cardioversor», aseguran sus autores en un trabajo publicado ayer en la revista Nature Communications. «Pero las técnicas actuales para identificar arritmias tienen poca sensibilidad y poca especificidad, por lo que la proporción de implantes hechos cuando se debían es baja». Su tecnología, que usa información de varias resonancias magnéticas para crear un mapa tridimensional tanto de los distintos tejidos del corazón -el sano, el dañado y el cicatrizal- como de la circulación de corrientes eléctricas por éste, busca elevar la tasa de aciertos y, además, hacerlo antes de que aparezcan las arritmias.

Una vez creados y estudiados multitud de modelos virtuales de corazones infartados, los investigadores de la John Hopkins evaluaron cuáles eran más proclives a sufrir arritmias que después desencadenasen un síndrome de muerte súbita. Así, cuando lo que analizan es el modelo personalizado del corazón de un paciente real, es más probable que reconozcan los que están en riesgo y, por tanto, deben operarse para que les implanten el desfibrilador. «Hemos desarrollado una aproximación personalizada a la estimación del riesgo de muerte súbita en infartados mediante la construcción de un modelo tridimensional gracias a los datos de resonancias magnéticas», explican los autores, dirigidos por la científica Natalia Trayanova.

«En una prueba conceptual retrospectiva, nuestros corazones virtuales fueron mucho más eficaces en identificar arritmias futuras que cualquier otra métrica que se use en la práctica clínica actual», sostienen los científicos en su artículo.

«Creemos que esta evaluación de riesgos mediante un corazón virtual, que no es invasiva y además ha mostrado alta eficacia puede ayudar tanto a prevenir muertes súbitas como a evitar operaciones de implantación de desfibriladores que no sean necesarias». Como cualquier operación quirúrgica cardiaca, recalcan, el riesgo es alto y solo deberían realizarse cuando la aparición de arritmias que puedan provocar una muerte súbita sea muy probable.

Técnica prometedora

Para poner a prueba su tecnología los investigadores crearon modelos 3D de 41 corazones infartados. Su tasa de acierto fue entre cinco y diez veces superior que la de otros métodos en vigor. En la actualidad, la implantación del desfibrilador se recomienda a todos los pacientes cuyo corazón ha perdido dos terceras partes de su fuerza en una de las válvulas. Y aunque los resultados de esta nueva tecnología de la Universidad John Hopkins han sido mejores, todavía no son lo suficientemente extensos para que la elaboración de modelos 3D de corazones que han sufrido un ataque lleguen a los departamentos de cardiología de cualquier hospital. Solo son un primer paso, prometedor, que tendrá que superar multitud de pruebas adicionales y ensayos clínicos para demostrar que merece la pena.

En el plano más especulativo, los autores creen que su trabajo puede ayudar a más pacientes y en más situaciones más allá de los afectados por un infarto de miocardio. «Esta tecnología es fácil de trasladar a pacientes con cardiopatías no isquémicas», señalan los científicos de la John Hopkins. También, en otras personas con riesgo de sufrir arritmias o muerte súbita sin necesidad de haber sufrido un infarto. Incluso, sostienen que la técnica puede usarse con una cierta regularidad para determinar la evolución del tejido cardíaco gracias a su naturaleza no invasiva.

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