Probablemente la amoxicilina (Clamoxyl) es el antibiótico que primero viene a nuestra mente cuando pensamos en este tipo de fármacos. Es un betalactámico que deriva de la penicilina y que forma parte de la familia de las amino penicilinas, que fueron descubiertas en 1972. Aunque es un medicamento muy conocido, muchas personas no saben bien para qué sirve y lo utilizan cuando no deben sin la prescripción del médico, favoreciendo que las bacterias se vuelvan resistentes a los antibióticos.
“La amoxicilina es bactericida, es decir, destruye a los microbios. Por tanto, se utiliza para tratar un gran número de infecciones producidas por gérmenes sensibles a este antibiótico”, especifica, Mario Bárcena Caamaño, del Grupo de Trabajo de Antibióticos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), quien señala que entre las infecciones más frecuentes que se pueden tratar con amoxicilina están algunas amigdalitis, otitis media aguda, sinusitis, neumonías, infecciones de orina, infecciones de piel e infecciones dentales. También su utiliza combinada con otros fármacos en el tratamiento para erradicar del estómago al Helicobacter pylori.
Uno de los errores más habituales es utilizar la amoxicilina para tratar los resfriados. Pero tal y como aclaran María José Coronado, María José Domínguez y Clara Alonso, farmacéuticas del Centro de Información del Medicamento (CIM) del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de Huelva, los antibióticos no tienen ningún efecto sobre los resfriados, la gripe, la Covid-19 u otras infecciones virales. “Tampoco actúa frente a infecciones causadas por bacterias resistentes a este antibiótico en concreto”, añaden.
Noticia completa en Cuídate Plus.