Los ansiolíticos son fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central para producir un efecto calmante y se utilizan fundamentalmente para tratar los síntomas de la ansiedad y el insomnio, pero también para otras dolencias de diversa índole. Se suministran siempre con receta médica.
Los medicamentos no son la única opción disponible para los trastornos de ansiedad; según la situación particular de cada paciente, también resulta de gran utilidad la terapia psicológica cognitivo-conductual. Ambos tipos de tratamiento se emplean de forma combinada o por separado.
La mayoría de los medicamentos usados con estos fines pertenecen al grupo de las benzodiacepinas. Cuando se administran correctamente y bajo supervisión médica resultan muy eficaces y son bien tolerados, pero un mal uso puede producir efectos indeseados -algunos de ellos graves- y es necesario adoptar precauciones.
Sus efectos secundarios pueden incluir somnolencia, mareos, confusión y problemas de memoria.
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