Han demostrado en un ensayo clínico que un compuesto presente en el té verde junto con un protocolo de estimulación, puede mejorar algunas las capacidades cognitivas en las personas con síndrome de Down

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Los científicos han presentado los resultados de su investigación en un artículo que acaba de publicar The Lancet Neurology, en el que han participado 84 personas con síndrome de Down entre 16 y 34 años.

A pesar de no ser una cura, es la primera vez que un tratamiento demuestra cierta eficacia en este síndrome y abre la puerta a nuevas investigaciones orientadas a tratar un síndrome que se creía huérfano de tratamiento.

"Los resultados sugieren que en las personas que recibieron el tratamiento con el compuesto del té verde junto con el protocolo de estimulación cognitiva consiguieron mejor puntuación en sus capacidades cognitivas", ha explicado de la Torre, aunque puntualiza que todavía se deberían realizar estudios con una muestra poblacional mayor.

"De todos modos, hay que dejar claro que nuestro descubrimiento no es ninguna cura para el síndrome de Down y que nuestros resultados todavía deben probarse en muestras más grandes, pero puede ser un tratamiento para mejorar la calidad de vida de estas personas", subraya la doctora Dierssen, jefe del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas en el Centro de Regulación Genómica.

El trabajo de los investigadores del IMIM y el CRG se centra en el papel de un compuesto llamado epigalocatequina galato que compensa este exceso de función de uno de los genes comprendidos en el cromosoma 21 (DYRK1A), que está relacionado con la plasticidad cerebral y algunas funciones cognitivas.

Mejores puntuaciones en atención o autonomía

Los resultados de su estudio concluyen que las personas tratadas con epigalocatequina galato y con un protocolo de estimulación cognitiva habían mejorado sus puntaciones en memoria de reconocimiento visual, atención, así como autocontrol y comportamiento adaptativo o autonomía y que estos cambios se correlacionarían con cambios biológicos en su conectividad cerebral.

El estudio ha contado con un equipo multidisciplinar para abordar un mismo problema desde varios ángulos con la participación de expertos en neurociencias, farmacólogos, bioquímicos, genetistas, neuropsicólogos, neurofisiólogos y especialistas en neuroimagen.

Los científicos no se han limitado a estudiar los efectos a nivel cognitivo de los participantes en el estudio sino que también han llevado a cabo pruebas de neuroimagen para evaluar si esta mejora correspondía a cambios físicos o neurofisiológicos en el cerebro.

"Ha sido una sorpresa observar que los cambios no son sólo a nivel cognitivo, es decir, de la capacidad de razonamiento, de aprendizaje, de memoria y de atención, sino que también sugieren la modificación de la conectividad funcional de las neuronas en el cerebro", destacó el doctor De la Torre.

El síndrome de Down afecta aproximadamente a una de cada 1.000 personas en el mundo y es la causa más común de discapacidad intelectual de origen genético. Está causada por una trisomía en el cromosoma 21, es decir, que las personas con este síndrome cuentan con tres copias y no dos del cromosoma 21, lo que hace que los genes presentes en este cromosoma estén sobreexpresados.

Continuar las investigaciones es muy caro

Ahora, tienen previsto continuar la investigación e iniciar un ensayo clínico en niños y niñas con síndrome de Down. "Nuestros resultados han sido positivos en una población adulta en que la plasticidad cerebral es limitada porque el cerebro ya está totalmente desarrollado. Creemos que si el tratamiento se aplica a niños y niñas, las resultados serían aún mejores", han augurado los investigadores.

Sin embargo, el gerente de Down España, Agustín Matía, afirma en declaraciones recogidas por Servimedia que la investigación sobre los efectos positivos del té verde en la mejora de las capacidades cognitivas de las personas con síndrome de Down "no puede desarrollarse ahora entre niños por falta de fondos".

"Es una pena que la investigación no se pueda desarrollar en la etapa infantil porque no se consiguen fondos. Como no es un fármaco, sino un producto de base natural que no se puede patentar, es imposible encontrar recursos para que prosiga la investigación", lamenta.

La investigación costaría entre 200.000 euros de forma reducida y 400.000 de forma completa. "Y encontrar voluntarios para que participaran en ella no sería ningún problema. Muchas familias estarían encantadas de que sus niños participaran en esta investigación", considera.

En su opinión, es una pésima noticia que el proyecto pueda quedar varado. "Como país hemos sido capaces de impulsar una investigación como esta y luego no podemos continuarla, en el tramo más importante, el de los niños, por falta de fondos, porque a nadie le interesa".

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