FUENTE: Radio Valencia Cadena SER
La farmacia rural es mucho más que un punto de dispensación de medicamentos: es un servicio sanitario esencial en los municipios pequeños, donde muchas veces no existe ningún otro recurso de salud. En un contexto marcado por la despoblación y el envejecimiento de la población, ¿qué papel juegan las farmacias para garantizar la atención básica y fijar población?
Para analizar esta situación, Radio Valencia Cadena SER ha celebrado este jueves una nueva edición de 'Conversa' en la que, bajo el lema "La farmacia rural, agente clave contra la despoblación", se ha debatido sobre el futuro de las farmacias rurales y su impacto en la lucha contra la despoblación.
Moderados por el jefe de contenidos de Cadena SER Comunitat Valenciana, Julián Giménez, el diálogo en el que se ha debatido sobre los retos y oportunidades de este servicio imprescindible, ha contado con la participación de Vicente Colomer Molina, secretario del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF); Rebeca García López, farmacéutica rural en Genovés, e Ignacio Ortolá Crespo, farmacéutico rural en Jalance.

Todos ellos han confirmado que el día a día en una farmacia rural “no es muy distinta a la del resto de farmacias”, eso sí, hay un factor extra: la cercanía. “Conocemos a la gente, su historia personal y clínica, y todo eso nos ayuda mucho para hacer un análisis de lo que les pasa a los pacientes”, explica Ortolá. Eso sí, la realidad es en ocasiones más dura. Los tres coinciden en que, en determinados momentos, se sienten “un poco abandonados”, recordando la dificultad que encuentran para, por ejemplo, encontrar profesionales dispuestos a cubrir bajas.
Además, destacan los inconvenientes que supone que sea un servicio público de titularidad privada. Esa mezcla, sostienen, genera malentendidos con los usuarios, que se molestan porque, en ocasiones, no pueden ofrecerles lo que necesitan o quieren: “Hay cosas que nosotros desgraciadamente no podemos hacer”, destaca la farmacéutica.
Una labor esencial
Pese a todas las dificultades, la ciudadanía reconoce el valor del servicio. Según una encuesta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, el 99% de los encuestados considera que la farmacia rural mejora el bienestar social. El 95% reconoce además que contribuye a frenar la despoblación.
Vicente Colomer lo resume con una máxima: “El pueblo que pierde la farmacia pierde el presente”. La presencia de la farmacia es un factor de estabilidad social que permite a las personas mayores seguir viviendo en sus municipios, con la seguridad de tener un profesional sanitario accesible.
Este compromiso se demostró durante la tragedia de la DANA, donde las farmacias fueron el primer servicio en reestablecerse en las zonas afectadas, gestionando medicamentos y ofreciendo apoyo emocional en medio del caos.
Pero no se queda ahí, las farmacias rurales realizan funciones que exceden cualquier manual. Desde gestionar citas médicas por vía digital hasta resolver quemaduras o malestares cuando el centro de salud está cerrado. Y a esto se suma otro trabajo: “Todos tenemos un confesionario”, coinciden los tres, que recalcan que lo que más necesitan muchas personas es sentirse escuchadas, y ellos se muestran como una figura en quien pueden confiar.
Otro de los retos que enfrentan los farmacéuticos es asegurarse que sus pacientes se tomen los medicamentos. Para ello actúa el servicio SPD (Sistema personalizado de dosificación), cuyo objetivo es garantizar que los pacientes se tomen la medicación de manera correcta y cuando deben. “Yo he empezado con personas con 13 medicamentos y han acabado con 7”, explica García. Y esto no solo es beneficioso para el ciudadano por su salud, que está más controlada, sino también a nivel económico ya que los medicamentos se aprovechan al 100%.
En esta línea, han querido dejar claro que, por muy alejados que estén los municipios, resulta “imposible” que exista desabastecimiento: “Puede haber el mismo que en cualquier ciudad”.
Además, el colectivo insiste en asumir más competencias. Reivindican que ellos serían perfectamente capaces de atender síntomas menores (como resfriados), y que también podrían ayudar con el proceso de vacunación, una práctica ya permitida en otros países europeos. “Estamos reivindicando ser más útiles”, resumen.
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