El farmacéutico se uniría a defensa, banca y medios en la lista de sectores “de interés público”

La llegada de Theresa May a Downing Street ha tranquilizado algo a los mercados tras el impacto del voto por el Brexit (salida de Reino Unido de la Unión Europea) del pasado 23 de junio, pero sus primeros planes en el ámbito económico tienen sorprendidos a los banqueros de inversión de la City, al anticipar un giro más intervencionista del Gobierno en la gestión de las empresas.

En un discurso pronunciado la semana pasada, la nueva primera ministra comunicó su deseo de reforzar los poderes del Ejecutivo para vetar ofertas de adquisición (opas) lanzadas por grupos extranjeros sobre compañías británicas “estratégicas” y citó el sector farmacéutico como uno de los que debe ser blindado.

“Una apropiada estrategiaindustrial no debería frenar automáticamente la venta de
firmas británicas a grupos extranjeros,pero debería ser capaz de dar un paso adelante
para defender un sector tan importante como el farmacéuticopara Reino Unido”,dijo May.

Esta protección cubriría a grupos farmacéuticos como GlaxoSmithKline(GSK) y AstraZeneca, que tienen su sede en suelo británico y que, tras la reciente depreciación de la libra, podrían ser más atractivos para compradores de otros países como Pfizer, Allergan, Novartiso Roche.

En 2014, Pfizer ya intentó adquirir AstraZeneca (al final retiró su oferta), operación que de salir adelante hubiera sido un desastre, según May.“Es difícil pensar en una industria
de mayor importancia estratégica para Reino Unido que la farmacéutica y AstraZeneca
es una de las joyas del sector. Sin embargo, hace dos años, el Gobierno casi permite
que AstraZeneca fuera vendida a Pfizer, compañía estadounidense con una trayectoria de
destrucción de activos y cuyo principal interés en la operación era evitar impuestos”.

Según abogados de la City,el plan de May conllevaría la inclusión del sector farmacéutico
dentro de la lista de sectores clave en los que el Gobierno británico puede intervenir en caso de operaciones corporativas para defender “el interés público”, según establece una Ley de 2002.

Hasta ahora, está permitido el bloqueo de adquisiciones en la industria de defensa, la de
medios de comunicación y en el sector financiero. Curiosamente, el Brexit podría facilitar este nuevo régimen, ya que las actuales normativas europeas no contemplan de manera específica el negocio farmacéutico como uno en el que los gobiernos nacionales tienen potestad para vetar fusiones por motivos estratégicos.

El sector farmacéutico no parece el único en el que Theresa May pretende adoptar
una actitud más agresiva. En su discurso también recordó el caso de Cadbury, firma británica de chocolates que fue comprada por el grupo estadounidense Kraft en 2010.
“Como vimos con Cadbury, los accionistas –que son en su mayor parte fondos invirtiendo
el dinero de otras personas– no son los únicos interesados cuando una empresa es
vendida o cerrada. Los trabajadores se ven afectados, las comunidades locales se ven
afectados y, a menudo, todo el país se ve afectado”. Tras estas palabras, algunas voces
han pedido a May que frene la pactada fusión de la Bolsa de Londres con la de Fráncfort.
Tras la operación de Cadbury, el Gobierno británico de David Cameron ya aprobó algunas medidas para endurecer la normativa de opas hostiles, pero renunció a extender la definición de sectores estratégicos.

Si la nueva jefa de Gobierno cambia el régimen de adquisiciones, siguiendo en parte el modelo francés, se apartaría de la vieja tradición de Reino Unido como el país europeo
más abierto a la inversión extranjera.

Compañías españolas como Iberdrola, Ferrovial, Telefónica, Santander y Sabadell han comprado empresas en sectores sensibles de la economía británica durante los diez últimos años sin ese tipo de escrutinio.

Además, el propio mercado parece erigir sus propias defensas. Desde el referéndum, las cotizaciones de las farmacéuticas GSK, AstraZeneca y Shire han subido un 20%, compensando la depreciación de la libra. Según los analistas, se trata de empresas atractivas para los inversores porque generan sus beneficios por todo el mundo y no dependen del mercado británico ni de la incertidumbre del Brexit. GSK tiene un valor bursátil de 80.000 millones de libras (96.000 millones de euros), AstraZeneca de 57.000 millones de libras y, Shire, de 42.200 millones.

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