El descubrimiento del doctor Yoshinori Ohsumi resulta ser clave también para la protección contra el cáncer

FUENTE: Levante

El sistema mediante el que las células se reciclan ha sido el motivo del último Nobel de Medicina. El galardón no es gratuito: hoy en día se estudia el uso de este proceso en enfermedades neurodegenerativas.

El estudio de la autofagia, el proceso por el cual la célula destruye sus propios contenidos encerrándolos en una membrana y trasladándolo a un compartimento de «reciclaje» para su degradación, es esencial, por ejemplo, en la adaptación a la inanición o en las respuestas a las infecciones. Gracias al descubrimiento de los mecanismos de la autofagia el biólogo japonés Yoshinori Ohsumi acaba de ganar el Premio Nobel de Medicina.

Ohsumi fue el pionero en los estudios en este campo, que empezaron en levaduras, y que ahora se han ampliado de manera extraordinaria. El laboratorio de Carlos López-Otín, en la Universidad de Oviedo, fue de los primeros que estudiaron las implicaciones de la autofagia en el cáncer y en el envejecimiento utilizando modelos animales. En 2003 su grupo descubrió cuatro nuevos genes humanos, a los que llamaron autofaginas 1, 2, 3 y 4, que son críticos en este proceso. Guillermo Mariño fue el protagonista principal de estos estudios y ha seguido su trabajo en este campo, primero en el grupo de otro de los nombres claves en la autofagia, Guido Kroemer, en París, y ahora en su propio laboratorio.

En organismos complejos, como nosotros, las células no se dividen tanto como en los organismos simples, explica Mariño. «Son más sensibles a la acumulación de estructuras dañadas que se generan con el paso del tiempo y van a afectar progresivamente a las funciones celulares si no se eliminan. La autofagia se podría asemejar, en este sentido, a un sistema de limpieza. Las células de nuestro cuerpo utilizan este mecanismo de forma constante. A niveles bajos pero suficientes para permitirse mantenerse limpia», afirma Mariño. Por eso existe un gran interés científico en la modulación terapéutica de la autofagia para enfermedades neurodegenerativas, ya que la acumulación de estructuras dañadas y agregados proteicos es una de las causas principales de la neurodegeneración. «Al eliminar la autofagia en el cerebro de ratones de laboratorio, éstos sufren una profunda neurodegeneración», afirma el investigador.

A Mariño le gusta hacer este símil: la célula es una casa muy grande y en ella existe un número variable de robots aspiradores autónomos. Si, por ejemplo, los paramos todos, al cabo de un mes o dos meses se va a acumular suciedad. Pero si se usan más y más rápido ocurrirá todo lo contrario», dice. "Pues así es como funciona la autofagia en organismos pluricelulares como nosotros".

Pero este proceso no sólo tiene implicaciones en el caso de enfermedades neurodegenerativas. Según explica el doctor, se ha en ratones que, al eliminarse la actividad autofágica en el hígado, acaban desarrollando problemas en el hígado. En el cáncer, por ejemplo, la autofagia juega un papel dual: por un lado constituye un sistema de protección pero, una vez que el cáncer se ha producido, la autofagia es un sistema de defensa a favor de los tumores.

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