Repasamos lo que le puede pasar a quien siga consumiendo y su coste para el sistema

FUENTE: Cinco Días

En poco más de dos semanas llegará 2017, y con él los propósitos para el año nuevo. Millones de personas de todo el mundo se fijarán un mismo objetivo: dejar de fumar. No es fácil de cumplir, porque la nicotina ha demostrado ser una de las drogas más adictivas que se conocen. Pero los motivos para intentar acabar con el vicio son abundantes. La Encuesta europea de salud en España, realizada por el INE y coordinada por Eurostat, se refiere al tabaquismo como “la primera causa evitable de muerte en España”. Pese a ello, con datos de 2014, el 24% de los españoles fuma a diario y el 29% de forma ocasional. Es menos que el 40% de antes de que se endureciese la normativa (2005 y 2010), pero sigue siendo significativo.

¿Por qué es tan malo fumar? Las evidencias de los efectos nocivos del tabaco son abundantes y están más que contrastadas. Para empezar, “es el mayor factor de riesgo, con mucha diferencia, para contraer cáncer de pulmón, el más mortal del mundo”, explica el doctor Bartomeu Massuti, secretario del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GEPC) y jefe de oncología del Hospital General de Alicante. El segundo factor de riesgo es el tabaquismo pasivo, seguido a bastante distancia de factores genéticos.

El cáncer de pulmón, recuerda Massuti, mata a más gente que la suma de las víctimas de cáncer de mama, colon y páncreas juntos, los siguientes más devastadores. La probabilidad de supervivencia a cinco años es inferior al 15%. “La mitad de los fumadores morirán por enfermedades relacionadas con el tabaco, y una de cada seis por cáncer de pulmón”, explica Massuti. Uno de los problemas es que, en el 70% de los casos, se diagnostica cuando ya no hay posibilidades de curación.

Un reciente artículo publicado en el JAMA Internal Medicine demuestra además que incluso fumando un único cigarrillo al día se multiplican los riesgos. Si un no fumador tiene una probabilidad de contraer cáncer de pulmón, quien consuma un cigarrillo diario tiene 9,6 y, quien fume hasta diez al día, 11,6. La cifra no volverá a ser 1 hasta pasados diez años de haber dejado el tabaco. El cáncer de pulmón es la más mortal, pero no la única enfermedad relacionada con el tabaquismo. Cáncer de vejiga y de esófago, patologías cardiocirculatorias, como la angina de pecho, o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) son las más comunes.

  • EPOC, el enemigo silencioso

Es la cuarta causa de mortalidad en España, con 18.000 defunciones anuales y más de dos millones de enfermos, aunque el 73% de ellos no saben que lo son. Eso se debe a que los síntomas son tos, aparición de catarros frecuentes y sensación de falta de aire. La gente suele asociar esos problemas a los efectos naturales del tabaco. “Entre un 85% y un 90% de los casos de EPOC son atribuibles al tabaquismo. Si en el mundo no se fumara, la EPOC sería una enfermedad rarísima. En nuestro país afecta al 9% a los mayores de 40 años. Es una enfermedad infradiagnosticada”, apunta Carlos A. Jiménez, responsable del programa de investigación de tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Es por eso que este doctor considera que todo fumador de 40 años o más con problemas de respiración debería pedirle al médico una espirometría. Se trata de una prueba diagnóstica muy sencilla que mide la capacidad de respiración del sujeto.

El único tratamiento verdaderamente efectivo contra la EPOC es dejar de fumar”, asegura Jiménez. Los broncodilatadores, sustancias que sirven para incrementar el tamaño de los bronquios y facilitar que entre una mayor cantidad de aire a los alveolos, y los mucolíticos, que eliminan la alta mucosidad bronquial que tienen estos pacientes, son otros de los tratamientos disponibles para enfermos de EPOC.

Desde Separ se quejan de que el Sistema Nacional de Salud (SNS) financia los tratamientos contra la EPOC, pero no los de cese del tabaquismo para quienes quieren dejar de fumar. Y eso reduce las posibilidades de combatir la enfermedad.

  • Tratamientos para dejarlo

Una de las principales reclamaciones de las asociaciones que combaten el tabaquismo es precisamente que el SNS se haga cargo de los tratamientos que ayudan a dejar de fumar. “Los médicos tenemos dos vías para apoyar a quienes quieren dejar el tabaco: la conductual, esto es, ayudar al fumador a tomar la decisión y a que se mantenga firme, y la farmacológica, con la administración de medicamentos que han demostrado ser eficaces”, explica la doctora Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), entidad que representa a más de 40 sociedades científicas y asociaciones profesionales. Entre estos tratamientos se encuentran las terapias sustitutivas con nicotina(chicles y parches) y medicamentos para tratar la adicción, como Champix (areniclina), de Pfizer, y Cyntabac (bupropion), de GSK.

Desde Separ calculan que financiar el tratamiento del tabaquismo a los pacientes con EPOC supondría un ahorro de más de cuatro millones de euros en solo cinco años. Una cifra que realmente se queda sepultada por el altísimo coste que tiene para la sanidad la asistencia a los fumadores. Según estimaciones del CNPT, los costes sanitarios de tratar enfermedades vinculadas al tabaquismo ascienden a unos 8.000 millones, en los que no se incluyen otros costes sociales y de pérdida de productividad. Teniendo en cuenta que el Estado recaudó unos 6.580 millones en impuestos en 2015, de acuerdo con los datos publicados por la Agencia Tributaria, los fumadores le costaron al sistema cerca de 1.500 millones solo el año pasado.

Subir los precios del tabaco es una medida que cuenta con el respaldo de todos los expertos para combatir el tabaquismo, especialmente el temprano. Porque España es líder en Europa en fumadores precoces: el 33% de las chicas de entre 14 y 18 años y el 29% de los chicos de esa edad son consumidores. “Está demostrado que aumentar el precio del tabaco disminuye su consumo”, zanja el doctor Massuti. Atacar el bolsillo siempre resulta ser la mejor táctica.

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