Su consumo ha aumentado en España un 83% y la OMS alerta de que 15 millones de personas están «enganchadas». Organizaciones contra las adicciones achacan el aumento de prescripciones a un uso innecesario de estos fármacos para dolencias menores

FUENTE: La Razón

En la célebre serie homónima, el doctor House se inyectaba con frecuencia oxicodona para paliar el dolor crónico de su pierna. Muy probablemente, el personaje interpretado por Hugh Laurie estaba siendo víctima de la hiperalgesia, uno de los efectos secundarios atribuidos al fármaco: en dosis más altas de las adecuadas, el efecto es el contrario, se siente más dolor y se produce un bucle por el cual el paciente no puede dejar de inyectarse. Baste el televisivo ejemplo para hablar de la alerta que está levantando, a nivel mundial, el uso inadecuado de los opioides: aquellos fármacos derivados del opio que reducen las señales del dolor que llegan a nuestro cerebro. Los últimos datos publicados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios indican que la prescripción ha aumentado también en nuestro país. En el periodo comprendido entre 2008 y 2015 se ha pasado de 7,25 DHD –dosis por cada mil habitantes– a 13,31. Es decir, un aumento del 83,59%.

¿Hay motivos para preocuparse? La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que en el mundo hay en torno a 15 millones de personas con adicción a los opioides. Es cierto que la mayoría se trata de personas que consumen heroína, que entraría dentro de esta categoría. Con todo, «hay un porcentaje cada vez mayor que los consume sujetos a prescripción médica». No en vano, «pueden crear dependencia, un deterioro de la capacidad para controlar su uso» y abstinencia cuando se restringen, explica el organismo internacional. El problema está siendo especialmente preocupante en EE UU. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) del Gobierno norteamericano anunció la exigencia de cambiar el etiquetado de estos fármacos, a fin de informar a los proveedores y a los pacientes de los riesgos. Y es que en EE UU se produce una muerte cada 19 minutos atribuida a los opioides, bien por la heroína, bien por los medicamentos contra el dolor.

¿Por qué ha aumentado su uso en España? «En general, somos menos resistentes a la frustración. Y el dolor es nuestra mayor frustración», afirma Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, organización que, precisamente, trabaja en una guía de buen uso de estos fármacos junto a médicos de atención primaria, oncólogos y anestesistas. «Son muy efectivos contra el dolor. Y estamos en una sociedad en la que el sufrimiento hay que cortarlo lo antes posible», añade, sin olvidar que hemos importado «una moda que nos llega de EE UU». Y es que, desde Socidrogalcohol, creen que puede existir «en ocasiones un uso injustificado y prematuro de estos fármacos». No «con una mala intención, sino con el objetivo de que el paciente no sufra».

«Se trata de fármacos que deberían tener una prescripción más estricta. Están indicados para dolores oncológicos y en otro tipo de dolores cronificados. Pero no para un dolor traumatológico, reumatológico –como la lumbalgia– o neuropático –como la migraña–. Ni tampoco para el dolor derivado por una fractura o un golpe. En esos casos, los opioides serían el último escalón terapéutico», argumenta Pascual, que señala a la adicción y a la hiperalgesia como principales riesgos. Hay que recordar que casi dos de cada diez españoles sufre algún tipo de dolor crónico, es decir, aquel cuya duración es superior a los tres meses. Además, según los datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), más del 50% de las consultas corresponden ya a esta especialidad.

Los médicos tienen otra opinión. «Los opioides estaban muy infrautilizados en España. Puede decirse que indican el nivel de desarrollo del país: los países poco desarrollados no tienen acceso a ellos», afirma a LA RAZÓN Concha Pérez, portavoz de la Sociedad Española del Dolor y jefa de la Unidad del Dolor del Hospital de La Princesa de Madrid. «Estábamos muy por debajo de países europeos como Inglaterra, Francia o Italia. Era necesario que aumentaran. Teníamos miedo a la prescripción y, a la vez, poca disponibilidad», añade. Lo cual no implica que no haya que «recetárselos a los pacientes que realmente los necesitan. Hay que tener precaución y potenciar un consumo responsable».

Así, la doctora afirma que «no es un problema preocupante, nada similar a lo que ocurre en EE UU. El opioide tiene una indicación: tratar un dolor intenso que no responde a otros fármacos. Por ejemplo, una lumbalgia no se puede tratar de entrada con uno de estos medicamentos. Pero si el paciente no se puede mover durante dos meses, se le han puesto corticoides y ni aún así ha mejorado, se le puede recetar un opioide menor», explica. De hecho, las cifras indican que «lo que ha aumentado es el consumo de opioides menores». Y hay que tener en cuenta que «el riesgo de adicción a nivel mundial afecta sólo al 5% de la población».

En opinión de Pérez, «no todos los pacientes que toman el mismo fármaco se vuelven adictos. La adicción la produce una prescripción que no está indicada, el hecho de que los pacientes sean adictos a otras sustancias como el alcohol, la marihuana o la cocaína, o que tengan antecedentes familiares en este sentido». Del mismo modo, influye la vida media de un medicamento, es decir, el tiempo que se mantiene activo. «Aquellos con una duración larga no producen adicción, mientras que en los que tienen una vida más corta es más probable».

Entre los opioides más recetados se encuentra el tramadol, en combinación, que ha pasado de 1,79 a 5,29 DHD, seguido del fentanilo, que ha pasado de 2,23 a 2,33. En cuanto al primero, Francisco Pascual señala que su poder «es menos adictivo y posee una acción más lenta», pero, precisamente por ser menos potente, «la tendencia es la de utilizar más dosis». En cuanto al segundo, «su acción es muy rápida y, por tanto, poco duradera, lo que puede obligar a tomarlo constantemente». Sin olvidar, como señala la OMS, que el consumo de estas sustancias actúan en la zona del cerebro que regula la respiración, por lo que una dosis excesiva puede producir depresión respiratoria. La muerte de Prince el pasado mes de agosto tras una sobredosis de fentanilo, sustancia 50 veces más adictiva que la heroína y 100 veces más que la morfina, puso otra vez a esta droga en el punto de mira. La Agencia Antidrogas estadounidense (DEA) afirmó que entre finales de 2013 y finales de 2014, se produjeron en el país 700 muertes relacionadas con este fármaco, en torno al cual ya se ha creado todo un mercado negro.

La alternativa: ¿el veneno de un caracol?

No son pocos los estudios científicos centrados en buscar alternativas a los opioides. Algunos han analizado la eficacia de la electroestimulación percutánea (TENS) contra el dolor; otros, como los dos publicados el pasado año en «JAMA», versaban sobre la utilidad del «mindfulness» –la meditación basada en la concentración de la atención y la conciencia– como remedio contra los dolores de espalda. Esta misma semana, científicos de la Universidad de Utah (EE UU) han dado con un compuesto que bloquea el dolor dirigiéndose a una vía no asociada con los opioides. ¿Su origen? El veneno de un caracol marino del Caribe, llamado Conus regius. Tal como han publicado en «PNAS», los expertos aislaron uno de los compuestos de esta sustancia, llamado RglA4, que actuaría como bloqueador de un receptor del dolor dentro de una «ruta» diferente a la utilizada por estos fármacos. De momento, han comprobado su eficacia en roedores.

Los más consumidos

1 Tramadol

Seis de cada diez opioides dispensados en España corresponden a este fármaco. Es un analgésico fuerte. Se prescribe principalmente para el dolor severo como el dolor del nervio y artritis.

2 Fentanilo

Tiene una potencia superior a la morfina por lo que se emplea en dosis más bajas que esta última.

Se utiliza como fármaco para aliviar el dolor intenso agudo y crónico, siembre bajo control médico.

3 Buprenorfina

Se emplea para el tratamiento de la adicción a otros opioides como la morfina y la heroína de manera similar a la metadona. Fue comercializada por primera vez en EE UU en los años 80 como analgésico.

4 Codeína

Tiene acciones similares a la morfina. Controla el dolor desde moderado a severo y el que producen las enfermedades terminales. Se usa en combinación con otros analgésicos para mejorar su efecto.

5 Oxicodona

Es uno de los compuestos más utilizados para combatir el cáncer, pero sus efectos son similares a la heroína. Artistas fallecidos como Michael Jackson o Heath Ledger eran adictos a este opiáceo.

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