Se venden casi tres veces más antibióticos para tratamiento animal que en Alemania, el mayor productor de carne de la eurozona

FUENTE: El Mundo

España es el país de la Unión Europea donde más antibióticos veterinarios se venden. La mayoría tiene como destino las granjas ganaderas, según la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). Esto no sería un problema si no fuera porque a mayor uso de antibióticos, mayores probabilidades de desarrollar bacterias resistentes a los fármacos. Además, con el objetivo de mantener el ganado saludable, se consumen en animales elevadas cantidades de dos antibióticos cruciales para la salud humana: las fluoroquinolonas y la colistina.

El país no solo lidera la venta de antibióticos veterinarios en la UE, sino que las cifras se incrementaron casi un tercio entre 2013 y 2014. En España se venden casi tres veces más antibióticos para tratamiento animal que en Alemania, el mayor productor de carne de la eurozona, según datos de Eurostat. La industria cárnica es el cuarto sector más importante de la industria nacional y el primero en agroexportación, según la Asociación Nacional de la Industria Cárnica Española (Anice).

"A humanos y animales a menudo les afectan patógenos similares y son tratados con antibióticos parecidos. Cualquier uso de los antibióticos apropiado y conservador contribuye al desarrollo de la resistencia. El uso generalizado y el mal uso, la acelera", dice Nancy de Briyne, directora ejecutiva adjunta de la Federación Europea de Veterinarios. Y explica que las bacterias resistentes de los animales pueden llegar a los humanos a través del contacto directo o la dispersión medioambiental en el aire o el agua.

Para confeccionar la lista de las 12 familias de bacterias resistentes más peligrosas para la salud humana y para las que se necesitan nuevos antibióticos urgentemente, la OMS utilizó el criterio de la facilidad con la que se transmiten entre animales y de animales a personas. Los expertos coinciden en que es imposible identificar el origen de una bacteria resistente. Sin embargo, provengan de las granjas o de los hospitales, ponen en riesgo la salud humana. Cerca de 12.000 personas murieron en España entre 2011 y 2015 tras infectarse con bacterias resistentes.

Tratamiento masivo, una práctica común

Las razones para que España utilice más antibióticos en los animales que los países vecinos no aparecen en ningún documento oficial. "Hay ganaderos que automedican sin consultar con el veterinario. Hasta ahora, ha sido una práctica común", destaca Juan José Badiola, presidente de la Organización Colegial Veterinaria Española. El especialista describe la tradición de aplicar tratamientos generales, sin hacer un diagnóstico previo, mediante antibióticos de amplio espectro que pueden atacar diversas bacterias al mismo tiempo. Además, asegura que lo correcto es hacer análisis de laboratorio para identificar la bacteria con exactitud para prescribir el antibiótico preciso.

Las cifras muestran que los tratamientos masivos y grupales son una práctica recurrente en España. Del total de antibióticos usados en el país, más del 95% se suministran en premezclas, polvos y soluciones orales, y menos del 5% se aplica en inyecciones, según la base de datos publicada por la EMA, lo que indica un uso colectivo generalizado. "Siempre que sea posible, se debe aspirar a alejarse del tratamiento oral de grupos enteros de animales. En su lugar, debemos intentar el tratamiento individual o de pequeños grupos en corrales separados", explica De Briyne.

Ricard Parés, director de la Asociación Catalana de Productores de Porcino, que representa a la mitad de los productores de Cataluña, reconoce que los tratamientos masivos son una constante: "Normalmente, se hace la metafilaxis por grupo y siempre bajo consulta de un veterinario". La metafilaxis es un método autorizado que consiste en la administración del medicamento a animales sanos que conviven con los infectados para prevenir que adquieran la enfermedad, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

Similitudes entre humanos y animales

En el vasto universo de los antimicrobianos existe una terna crítica para la salud humana: las cefalosporinas de tercera y cuarta generación, las fluoroquinolonas y la colistina. Son antibióticos que se emplean tanto en granjas como en hospitales. "Estos fármacos deben usarse con la mayor prudencia posible y solo como último recurso después de las pruebas de diagnóstico", asevera De Briyne.

Con las cefalosporinas, España ha mantenido un consumo moderado en animales. Sin embargo, con los otros dos fármacos ha reportado cifras elevadas. En 2014 fue el segundo país que más usó las fluoroquinolonas y el primero en aplicar la colistina. España, Italia y Portugal están en la cima del consumo según los últimos datos recopilados por ESVAC, el proyecto europeo para vigilar el consumo de antibióticos en animales.

Las fluoroquinolonas se aplican en humanos para tratar infecciones provocadas por Escherichia coli, como diarreas o por Campylobacter, el patógeno alimentario más importante de Europa. También otras adquiridas por transmisión sexual, como la clamidiasis. La colistina, por su parte, se prescribe para combatir, por ejemplo, enfermedades pulmonares causadas por Pseudomonas aeruginosa Klebsiella pneumoniae.

"No sabemos a ciencia cierta qué riesgo implica el uso de colistina en veterinaria para los pacientes hospitalarios, pero sabemos que cuanto más la utilicemos, más bacterias resistentes habrá. Reducir su uso es un principio de máxima precaución", explica Bruno González Zorn, director de la Unidad de Resistencia de la Universidad Complutense de Madrid. En el ámbito animal se usa sobre todo en su forma oral para tratar grupos de ganado porcino.

En 2014, el consumo de colistina en España alcanzó los 36 miligramos por kilo de carne producida, el triple que Alemania y hasta siete veces el máximo recomendado por Europa, según los últimos datos disponibles del proyecto Esvac.

La directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, Belén Crespo, advierte: "Reconociendo que [los datos de uso de antibióticos veterinarios en España] son elevados, debemos hacer una serie de matizaciones. La primera es que en nuestro país se recogen datos de venta y no de consumo, como en otros países, lo que arroja valores más elevados". Sin embargo, para el informe Esvac del año 2014, que registra a España como el mayor consumidor de antibióticos veterinarios del espacio europeo, todos los países proveyeron datos de ventas y no de consumo, por lo que las cifras son comparables.

Crespo añade que, dado que los últimos datos disponibles son de 2014, aún "no se puede valorar el impacto" de las medidas tomadas para la reducción del consumo en el contexto del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, creado justamente ese año.

Falta de control

A pesar de las iniciativas gubernamentales, a día de hoy la administración no tiene control real del consumo de antimicrobianos veterinarios en su territorio. Se sabe cuánto se vende, pero no cuánto se aplica exactamente a los animales, ya que los datos disponibles son provistos voluntariamente por los laboratorios, aseguran desde la consejería técnica de la Aemps.

El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos apunta la necesidad de tecnificar la recopilación de datos de consumo mediante una receta electrónica y "otros sistemas informáticos de control de tratamientos ligados a la explotación". Contempla también recoger información por especies y granjas.

Sin embargo, para Clara Ballesté, microbióloga y coordinadora de la Iniciativa de Resistencia del Instituto IsGlobal, el plan, tal y como está, no es suficientemente riguroso a pesar de la voluntad de alinearse con las directrices europeas. "Acaba siendo muy teórico y, como no es obligatorio, cada comunidad autónoma se organiza de forma diferente. No tenemos datos homogéneos", analiza.

Para este reportaje se consultó con el Ministerio de Sanidad y el de Agricultura, a través de la Ley de Transparencia, qué organismo es el responsable de recoger estos datos actualmente. Ninguno asume la tarea.

De momento, tampoco es obligatorio que la receta veterinaria se haga de manera electrónica, lo que ayudaría a obtener datos más precisos, asegura Badiola. La elección entre el formato digital o papel queda a voluntad del veterinario. "No hay norma respecto al tema. Lo que hay es una recomendación del Ministerio de Agricultura de que se anoten los antibióticos recetados en las prescripciones", dice.

Cambios legislativos

En marzo de este año se abrió a consulta pública un Proyecto de Real Decreto que tiene como propósito incorporar la información de las prescripciones de antibióticos en una base de datos gestionada por el Ministerio de Agricultura para conocer los detalles del consumo real.

"El proyecto de Real Decreto no pretende ni crear ni regular la receta electrónica veterinaria. Solo se establece la obligación a los veterinarios de transmitir electrónicamente determinados datos de la prescripción de antibióticos", explica Valentín Almansa de Lara, director de la Sanidad de la Producción Agraria del Ministerio de Agricultura. Asegura, además, que se espera que la norma entre en vigor a lo largo del presente ejercicio o a principios del próximo.

Desde el gabinete de Agricultura aseguran que hay en desarrollo una aplicación informática que recogerá los datos de las prescripciones de antibióticos, al margen de si los profesionales se las entregan a sus clientes electrónicas o en papel.

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