Bañarse en el mar es una experiencia maravillosa para muchas personas, aunque en ocasiones nos encontremos con uno de los animales marinos más temidos, las medusas, cuyas picaduras producen un gran picazón, ardor o quemazón de la zona y dolor.

La picadura se produce simplemente por el roce de la piel con los tentáculos de la medusa, que es donde se concentran unas cápsulas con el material urticante. El veneno irritante sale cuando contacta con una superficie caliente, como la piel, o por notar agua dulce, que es un medio diferente al agua salada a la que están acostumbradas.

La primera sensación que se tiene es un dolor intenso y punzante que genera una herida y una irritación a nivel de piel. Se nota un gran picor, escozor e inflación de la zona afectada, e incluso en algunos casos la picadura puede dejar una pequeña cicatriz enrojecida en la piel o dar otros síntomas menos frecuentes como dolor de cabeza, fiebre, nauseas o calambres. La afección en la piel puede durar días o hasta meses, y también puede causar temblores, fiebre, vómitos o calambres.

El grado de la lesión depende de la sensibilidad al veneno del tipo de medusa que se ha tocado y a la cantidad de células que han descargado el veneno en el cuerpo. En este sentido, los niños, las personas asmáticas o con algún tipo de alergia y las personas mayores deben tener especial cuidado.

PREVENIR LA PICADURA

En primer lugar, para prevenir una picadura de medusa lo principal es no bañarse cuando estas hayan sido detectadas, estar atento a la señalización (bandera amarilla o roja, y podría existir alguna bandera específica como por ejemplo blanca con dibujos de medusas), y si se ven y no hay indicaciones, comunicarlo al personal de vigilancia.

En segundo lugar, cuando se vea algún ejemplar, no hay que tocarlo, aunque esté en la arena y parezca muerto. Las células urticantes pueden afectar incluso después de varias horas fallecido el animal. Y atento a los tentáculos sueltos. Por eso es mejor no bañarse cuando hay muchas, aunque no se vean cerca los ejemplares.

No obstante, también existen otro tipo de medidas para intentar evitar el contacto con ellas. Una es la aplicación de crema de protección solar (resistente al agua) que crea una cierta barrera con los tentáculos o el posible uso de prendas protectoras como por ejemplo trajes de neopreno o gafas de buceo.

¿QUÉ HACER ANTE UNA PICADURA?

Si nos ha picado una medusa hay que alejarse y salir del agua. Aunque una reacción instintiva sea rascarse o frotar la zona afectada con la toalla, una tela o la arena, esto no es conveniente. Para empezar a tratar la picadura lo que hay que usar es agua salada o suero; y no agua dulce ya que empeora la situación porque los restos que queden pueden soltar más veneno por el cambio de salinidad. Y sobre todo evitar echar en la zona afectada orina, amoníaco o vinagre como siempre se ha creído.

Es habitual que se queden parte de los tentáculos en la piel, por eso hay lavarse. Y en caso de tener que retirar los restos manualmente, que sea con unas pinzas o un artilugio parecido y si es con las manos que estas estén protegidas.

Por otra parte, para aliviar el dolor también es recomendable aplicar frío en la zona afectada durante 10 o 15 minutos. Si aplicamos hielo este no tiene que tener un contacto directo con la piel, por ello hay que envolverlo en una bolsa, una tela o la toalla.

A continuación, la herida se puede tratar con tintura de yodo o una crema antihistamínica para evitar las infecciones. Esta se tiene que cuidar hasta que cicatrice, porque de lo contrario se puede infectar. Como en otras picaduras, se podrían usar antiinflamatorios, corticoides y antihistamínicos para los síntomas. Recuerda que tu farmacéutico puede aconsejarte al respecto y ofrecerte el mejor tratamiento.

Posteriormente hay que intentar evitar que durante el resto de la temporada otra medusa nos vuelva a picar. Si fuera así, las consecuencias pueden ser mucho peores ya que el cuerpo ha quedado sensibilizado al veneno y podría haber una reacción alérgica. Por ello es recomendable acudir a un centro sanitario si se detectan algunos síntomas como mareos, vómitos, náuseas, calambres, dolor de cabeza o dolor generalizado.

LA CARABELA PORTUGUESA

Este verano la protagonista en los medios de comunicación ha sido la carabela portuguesa (Physalia physalis), por su llegada a las playas de la zona mediterránea y por la alarma que crea, ya que su picadura es tan peligrosa que incluso se prohíbe el baño cuando se detecta. Suele estar en aguas templadas del Atlántico, pero a veces aparece en el Mediterráneo. Se considera que tiene una peligrosidad muy elevada porque, como se describe desde el Ministerio de Agricultura, “el contacto con sus tentáculos puede tener consecuencias muy graves para las personas”.

Por la concentración de células urticantes y las características de su veneno, sus picaduras “pueden llegar a producir en algunas situaciones un shock neurógeno provocado por el intensísimo dolor, con el consiguiente peligro de ahogamiento. En cualquier caso, puede producir quemazón y dolor vivo, y laceraciones en la piel como consecuencia del intimo contacto con los tentáculos que se enredan y adhieren en el intento de desembarazarse de ellos”, indica el Ministerio.

En las costas mediterráneas son más habituales otras especies, y algunas de ellas no presentan peligro, como por ejemplo la Velella velella. Pero para evitar problemas, es conveniente evitar el contacto con cualquier especie de medusa (algunas no son propiamente medusas, pero se identifican como tales).

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