El sistema inmune es el primero que se enfrenta al coronavirus. Y si gana al patógeno desarrolla anticuerpos que crean inmunidad.

FUENTE: EFE Salud

Además de detectar la inmunidad escudo en un grupo determinado (sanitarios, personal de residencias o cuidadores familiares), también es necesario controlar a los casos asintomáticos de coronavirus, “los grandes propagadores” de la pandemia.

Estas son las propuestas de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) que avanza su secretaria Carmen Cámara en una entrevista con EFEsalud en la que también analiza la dispar respuesta que presenta el sistema inmune de los afectados por COVID-19.

La doctora trabaja en la Unidad de Inmunología del Hospital Universitario La Paz de Madrid donde ya han empezado a caracterizar la respuesta inmunitaria de los pacientes infectados, tanto niños como adultos, para intentar resolver las incógnitas de un virus, el SARS-CoV-2, tan veloz en su transmisión como todavía poco conocido en sus cinco meses de existencia.

“No hay patrón de paciente”, explica la inmunóloga clínica. “Sabemos que en el 80% de los casos el sistema inmune funciona correctamente y los afectados son leves e, incluso, asintomáticos”.

“Pero hay otro 20% -añade- que desarrolla una linfopenia severa (descenso de los linfocitos) y que fracasa en controlar la propagación del virus. A pesar de ello, el sistema inmune lo sigue intentando hasta provocar una inflamación exagerada” en las vías respiratorias.

Aunque esta reacción es más frecuente en pacientes mayores porque “han perdido la capacidad de desarrollar una buena memoria inmunológica”, apunta, también otros más jóvenes presentan esta complicación respiratoria.

Para saber por qué ocurre, la Unidad de Inmunología de la Paz ha iniciado el seguimiento de su personal sanitario contagiado con el fin de encontrar biomarcadores que puedan explicarlo.

La diferencia entre la reacción inmunológica de unos y otros podría tener una base genética, desconocida hasta el momento. También podría responder a un defecto en la inmunidad innata, aquella que se desata cuando no consigue controlar al virus y provoca un daño.

Ese daño es fruto de una “tormenta de citoquinas, unas moléculas que utilizan las células del sistema inmunológico para comunicarse entre ellas y que desencadenan la inflamación”. Para bloquearlas se utilizan anticuerpos monoclonales que han funcionado en otras patologías inflamatorias.

La respuesta inmunológica de los niños frente al coronavirus es más potente que la de los adultos, ya que es muy bajo el porcentaje que desarrolla la fase más crítica de la enfermedad.

De hecho, en el Hospital de La Paz, “hemos tenido 20 niños en dos semanas, mientras que a Urgencias cada día llegaba una media de 70 adultos”.

“En los niños el virus entra menos y se replica menos”, aunque son transmisores por “su forma de moverse, por su higiene, lo tocan todo, se llevan cosas a la boca, pero no porque ellos expelan más virus al ambiente”, precisa la doctora.

Asintomáticos, localizar y aislar

Para Carmen Cámara, los casos asintomáticos de coronavirus han sido los “grandes contagiadores” no tanto por su carga viral, sino por su presencia social.

En su opinión, han sido “el gran fracaso” de los países europeos más afectados por no haber conseguido detectarlos y aislarlos y evitar así contagiar “a una población virgen, sin anticuerpos” frente al nuevo patógeno.

La portavoz de la SEI considera que España tiene que prepararse para poder diagnosticarlos con más test antes de la llegada de un nuevo brote del virus en otoño, “si es que nos da una tregua en verano”.

“En un estado ideal todos nos tendríamos que hacer test combinando PCR y determinación de anticuerpos, pero eso no parece sostenible para el sistema. Pero sí que esos test sean accesibles para los casos leves y sus contactos de riesgo”, indica tras precisar que incluso los asintomáticos suelen presentar algún indicio de la enfermedad.

“Creemos que en España puede haber un porcentaje alto de asintomáticos, pero eso se verá en el estudio serológico a una muestra de más de 60.000 personas” que prepara el Instituto de Salud Carlos III. Detalle de los test rápidos utilizados confirmar la presencia de anticuerpos del Covid-19 en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona).

Inmunidad escudo e inmunidad colectiva

Ese estudio serológico ofrecerá una fotografía del grado de expansión del virus en la sociedad y servirá para acometer la fase de desescalada del confinamiento.

“La inmunidad colectiva se produce cuando el 60-70% de la población ha pasado una enfermedad y ya es posible proteger al resto y eso pasa con las vacunas de los calendarios establecidos por el sistema sanitario”, manifiesta la inmunóloga.

“Pero con el coronavirus, alcanzarla actualmente es complicado porque su transmisión es tan rápida que, si los casos no se detectan y se aíslan, terminan atascando el sistema de salud y aumenta la mortalidad”, como ha ocurrido en España y en otros países del mundo.

Según la experta, una vez que contemos con ese mapa epidemiológico habría que dar un paso más y detectar la denominada “inmunidad escudo”.

Y se haría en un grupo concreto: personal sanitario, de residencias o cuidadores familiares que, tras la enfermedad, hayan desarrollado “super-anticuerpos”, es decir, unos “niveles de anticuerpos que reflejen que el individuo está protegido frente a una nueva infección”.

Unas defensas que les convierten en escudo protector para el resto de la población y les permiten ocupar la primera línea de atención y cuidados.

Por eso, la SEI recomienda hacer un estudio de inmunidad en ese grupo mediante pruebas específicas de laboratorio, más sofisticadas que los test rápidos, que ofrezcan información sobre el tipo de anticuerpos, la cantidad y si son neutralizantes, es decir, si bloquean al virus como ocurre con el sarampión o la varicela.

Y también analizar cuánto tiempo están presentes los anticuerpos en el organismo. El seguimiento de los casos de China desde diciembre de 2019, origen del brote, reflejan que las reinfecciones son escasas y que, a día de hoy, los anticuerpos permanecen en los curados.

Los tipos de coronavirus que nos provocan los resfriados comunes, generan unos anticuerpos que no duran ni año. Lo habitual es que casi toda la población se acatarre en todas las temporadas.

En cualquier caso, la mejor solución contra un virus es una vacuna aunque, según la inmunóloga, no cree que esté disponible antes de que llegue la época invernal ya que los proyectos en marcha tienen que cumplir las fases establecidas de la investigación.

Pero podría funcionar ya que el coronavirus es un patógeno con muy baja tasa de mutación que lo hace candidato a vacuna.

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