La inmunodepresión que generan los cánceres de la sangre podría proteger frente a la inflamación que provoca en el organismo la lucha desmedida del sistema inmunológico contra el coronavirus y que se desata en los casos más graves, una línea de investigación que han abierto los hematólogos.

FUENTE: EFE Salud

“Estamos trabajando para conocer si los marcadores de inflamación y de respuesta inmunitaria son claramente inferiores en nuestros pacientes con cáncer hematológico, comparados con la población general, y si esa imnunodepresión les ha preservado del riesgo de mortalidad que causa la respuesta inmune exagerada de la COVID-19”, explica a EFEsalud el hematólogo José Luis Piñana.

Coordinador del Grupo de Infecciones del Grupo Español de Trasplantes Hematopoyéticos y Terapia Celular (GETH), el experto afirma que el impacto clínico de la COVID-19 en los casos con cánceres como leucemia, linfoma o mieloma múltiple, entre otros, no ha sido tan grande ya que “partíamos de un escenario catastrófico” al tratarse de pacientes frágiles.

Los fármacos utilizados en onco-hematología

Y una de las razones puede estar en algunos fármacos, como determinados anticuerpos monoclonales o inhibidores de la inflamación, que se manejan habitualmente en hematología y que ahora se han empleado en los enfermos de COVID-19 con procesos inflamatorios, señala el experto del GETH, grupo integrado en la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

Asimismo, algunos estudios apuntan a que la ciclosporina ha podido jugar un papel ante la respuesta inmunológica desmedida que se desata contra el coronavirus ya que se trata de un medicamento inmunosupresor, que reduce la actividad del sistema inmunológico.

Este fármaco, además de la quimioterapia, prepara al paciente para evitar el rechazo de un trasplante de médula, también denominado hematopoyético, estrategia terapéutica común en muchos cánceres de la sangre.

Por tanto, el paciente onco-hematológico está debilitado y más expuesto a infecciones y complicaciones como las que acarrea el coronavirus.

Sin embargo, el impacto de la COVID-19 en la mortalidad parece menor a la prevista y, como en la población general, los mayores han sido los más afectados.

Datos preliminares de un estudio del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Europea de Trasplante de Médula Ósea sobre cien pacientes con trasplante de médula sitúa la mortalidad por COVID-19 entre el 10 y el 20%, mientras que la tasa de letalidad en España es de más del 11% respecto a los casos confirmados con pruebas diagnósticas.

“No es un porcentaje tan elevado como el que esperábamos, pero no deja de ser significativo y va a estar por encima del de la población general”, según el también facultativo de la Unidad de Trasplantes y Terapia Celular del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Fe de Valencia.

La gravedad de los pacientes que se someten al trasplante de médula y/o a quimioterapia requiere, en muchos casos, el ingreso en las unidades de cuidados intensivos, zonas hospitalarias colapsadas durante la pandemia de coronavirus.

Por eso, durante el pico alto de la epidemia se retrasaron los trasplantes menos urgentes, al igual que otros tratamientos hematológicos.

“En el Hospital de la Fe ya hemos reactivado el programa de trasplantes y otros tratamientos, nos vamos acercando a la normalidad, pero esta ralentización nos ha provocado ansiedad y dilemas complejos ante una situación nueva, pero creemos que hemos limitado al máximo los potenciales daños colaterales”, afirma el hematólogo.

Pacientes precavidos frente a infecciones

Todavía no hay estudios epidemiológicos sobre la incidencia de la COVID-19 en los pacientes con hemopatías malignas, cánceres que originan más de 30.000 casos anuales en España.

Pero a modo de ejemplo, el Hospital de La Fe solo ha tenido 16 casos con COVID-19 y, desde hace dos semanas, ninguno nuevo.

Por eso, también se cree que las medidas de prevención que ya de por sí adoptan los pacientes de cáncer para evitar infecciones, como el uso de la mascarilla, la higiene y cierta distancia social, les han resguardado frente al contagio.

“Aunque no tenemos datos, es más que probable que las recomendaciones que les damos para que se cuiden de infecciones, sobre todo de virus respiratorios comunes, de alguna forma les ha protegido frente a la COVID-19”, concluye el doctor José Luis Piñana.

Estas son algunas de las observaciones clínicas que se están adquiriendo en el manejo de la COVID-19 y que abren la puerta a estudios científicos que ayuden a conocer y frenar el impacto en la salud del nuevo coronavirus SAR-CoV-2, conocido solo hace cinco meses, cuando brotó en China.

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