Es bien conocido por todo el mundo que, aunque en líneas generales la administración de medicamentos es segura, cierto número de pacientes presentan reacciones adversas a medicamentos (RAM). Estas RAM se pueden manifestar en cualquier órgano o sistema del cuerpo, siendo el ojo uno de los que más alarma genera, al alterarse nuestra percepción del entorno. En concreto, en España, entre el 2% y 5% de los ingresos hospitalarios son debidos a las RAM oculares originadas por medicamentos por vía oral. Sin embargo, el fármaco, en cualquiera de sus formas de presentación, es capaz de causar un efecto adverso para el ojo, y esto, se favorece debido al alto flujo sanguíneo que posee siendo un órgano relativamente pequeño. Afortunadamente, la mayor parte de los efectos adversos oculares (EAO) inducidos por los fármacos de uso sistémico son reversibles si se detectan a tiempo, siendo el más frecuente el síndrome del ojo seco.  Si no se detectan a tiempo, los efectos tóxicos pueden progresar y causar daños irreversibles en el ojo, que en muchas ocasiones disminuyen la agudeza y/o la calidad visual.

Existen factores que aumentan la probabilidad de que aparezcan EAO tras el uso de fármacos sistémicos, como lo son: el uso de un fármaco por periodos de tiempo prolongados, la naturaleza química del fármaco, la polimedicación, la edad del paciente y la dosis utilizada. No obstante, también es posible que algunas RAM puedan relacionarse con una anomalía genética del paciente y no deberse a los factores anteriores, un ejemplo de este factor genético son los pacientes con predisposición a un súbito aumento de la presión intraocular secundaria al uso de esteroides tópicos.

El ojo es el órgano de la vista y está dividido en varias capas o estructuras. La parte más externa del ojo es la esclera o esclerótica, y está compuesta por un tejido fibroso, denso y blanco, cuyo objetivo es proporcionar protección. En ella, podemos localizar la córnea, una zona transparente y con una mayor curvatura, que facilita el paso de la luz hacia las estructuras del interior del ojo. Debajo de la esclera encontramos la capa media, donde se sitúa el iris, que forman los bordes del orificio conocido como pupila. Es la estructura que protege al ojo de la excesiva entrada de luz, que funciona como el diafragma de una cámara fotográfica regulando la entrada de luz al interior del ojo. Tiene la capacidad de contraerse (miosis) o dilatarse (midriasis) según la iluminación ambiente. El cuerpo ciliar es lo que une el iris con la coroides, produciendo el humor acuoso y siendo el responsable del proceso de la acomodación (el cristalino cambia de forma para enfocar la imagen). La última capa es la retina, encargada de codificar en impulsos nerviosos, la luz que llega a través de las estructuras que hemos mencionado anteriormente y enviarla a través del nervio óptico al centro de la visión en el cerebro.

RAM a nivel ocular

La RAM más frecuente es la alteración visual. Dentro de esta denominación podemos encontrar diferentes manifestaciones, como la visión borrosa o la diplopía (visión doble), las cuales se pueden dar en diferentes grupos de medicamentos, como los que incluimos a continuación:

  • Cortocosteroides (budesonida).
  • Antiespasmódicos (butiescopolamina bromuro y dicicloverina).
  • Inhibidores de la bomba de protones (esomeprazol, lansoprazol, omeprazol, pantoprazol y rabeprazol).
  • Antagonista del receptor H2 (ranitidina).
  • Antieméticos (domperidona y metoclopramida).
  • Aminoácidos y derivados (carnitina).
  • Compuestos que contienen magnesio.
  • Insulina y derivados.
  • Hipoglucemiantes (nateglinida, pioglitazona y repaglinida).
  • Antiespasmódico (otilonio).
  • Tocoferol (vitamina E).

Otra RAM también habitual es la fotofobia, una reacción anormal a la luz de baja o media intensidad que provoca un dolor intenso en el paciente. Algunos medicamentos que producen esta reacción fisiológica son, por ejemplo, los hipercalcemiantes (alfacalcidol, calcifediol y calcitriol) o ciertos antiespasmódicos (dicicloverina).

También nos podemos encontrar con otras situaciones en las que aparezcan RAM que se pueden confundir con otras patologías, como es el caso de la conjuntivitis. Normalmente la conjuntivitis es una afección ocular de origen bacteriano, vírico o alérgico que cursa con inflamación de la conjuntiva, enrojecimiento, lagrimeo y sensación de arena en los ojos, pero se han descrito casos de RAM asociados al uso de hipercalcemiantes (alfacalcidol, calcifediol y calcitriol) o de retinol.

El retinol, por su parte, también tiene asociada otra RAM importante a nivel ocular: la opacidad corneal, en el que la córnea adquiere un tono blanquecino que impide el completo paso de la luz hacia el interior del ojo.

Aunque en líneas generales no es percibida como RAM, la retinopatía diabética es una de las complicaciones más frecuentes en pacientes diabéticos que cursa con una degeneración de la visión progresiva hasta llegar, en los casos más graves, a la ceguera. Resulta paradójico, porque esta retinopatía la pueden provocar precisamente los medicamentos que se utilizan para tratar la diabetes, como las insulinas o hipoglucemiantes (pioglitazona y semaglutida) y ser clasificada por tanto como RAM.

La opacidad progresiva del cristalino o cataratas es una enfermedad asociada a la pérdida de visión que, se desarrolla con frecuencia en adultos de edad avanzada. Algunos de los principios activos involucrados en la aparición de esta RAM son los corticosteroides, entre los que se encuentra la beclometasona y budesonida.

Otra RAM grave asociada a la administración de corticosteroides (beclometasona y budesonida) es el glaucoma, una enfermedad degenerativa asociada a aumentos progresivos de la presión intraocular que puede desembocar en ceguera. Esta RAM también se asocia al uso de antiespasmódicos, como la dicicloverina.

Por último, cabe destacar la neuropatía óptica, una inflamación del nervio óptico, que puede cursar con dolor (neuritis) y la pérdida temporal del campo visual central, lateral o ambos, así como otras alteraciones, entre las que se incluyen discromatopsia (daltonismo) o percepción de destellos que acompañan a los movimientos oculares. Esta patología se encuentra asociada a diferentes enfermedades, como tumores, isquemias o accidentes traumáticos, pero está especialmente relacionada con la esclerosis múltiple. Como RAM, se encuentra descrita en pacientes pautados con un inhibidor de la bomba de protones, como el omeprazol.

En conclusión, aunque los medicamentos son seguros, algunos pacientes pueden manifestar RAM por lo que la labor del farmacéutico comunitario a este nivel es indispensable, al ser el profesional sanitario más accesible y, por tanto, el primero al que el paciente consulta ante cualquier síntoma. En este sentido, es importante que sepamos detectar y diferenciar por medio de unas sencillas preguntas si la consulta que realiza el paciente se debe a una patología o está provocada por una RAM. En el caso de que el farmacéutico detecte una RAM deberá, como parte de su responsabilidad en la farmacovigilancia, informar a las autoridades sanitarias al respecto.

 

FUENTE:

Cartel de Reacciones Adversas Oculares medicamentos tracto alimentario y metabolismo. Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF).

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