Con más de 800.000 fallecimientos al año en el mundo, se trata de un problema de salud mental que puede y debe evitarse.

A lo largo de nuestra vida, podemos experimentar momentos de tristeza, estrés y enfado cuando pasamos por situaciones con mayor presión a la habitual. Sin embargo, en el momento en el que estas son más extremas, algunas personas sienten una tristeza muy profunda y no se sienten capaces de afrontarlas por lo que, para que estas desaparezcan de su mente, deciden suicidarse.

El suicidio es uno de los temas tabú de nuestra sociedad, a pesar de ser la segunda causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años y de que se produzcan más de 800.000 fallecimientos cada año en la población mundial, tal y como anuncia la Organización Mundial de la Salud (OMS). En concreto, en España ha causado 3.539 fallecimientos en 2018 y se encuentra entre las primeras causas de muerte, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Según la Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE 10, el suicidio es un acto con un resultado fatal, que se ha iniciado deliberadamente por el propio sujeto esperando un resultado letal para realizar cambios en el medio social. Por otro lado, la conducta suicida incluye un conjunto de pensamientos y actos para obtener ese resultado, que no engloban una sola causa, sino que tiene varios factores entre los que se incluyen, entre otros, los psicológicos, sociales, medioambientales o culturales, por lo que resulta difícil esclarecer por qué algunas personas toman esta decisión. No obstante, sí es un problema de salud mental que puede y debe prevenirse.

Factores que afectan a la conducta suicida

Dado que no todas las personas nos encontramos en la misma situación familiar, económica, social o psicológica, la clave para prevenirlo reside en comprender el contexto y la situación individual. Por ello, la gran variedad de factores de riesgo se divide según factores individuales y aquellos contextuales:

  • Factores individuales. Dependen de la propia persona; generalmente afectan a adolescentes, siendo más común en varones que en mujeres. También se relaciona con una disfunción del sistema serotoninérgico (“hormonas de la felicidad”), con trastornos depresivos y otros trastornos mentales. Además, muchas personas tienen una elevada autoexigencia personal, miedo al fracaso y baja autoestima.
  • Factores contextuales. En ocasiones está directamente relacionado con los progenitores, ya sea por abuso de tóxicos por parte de las madres y padres o por un caso de suicidio ocurrido anteriormente en un miembro de la familia. Asimismo, dentro de la familia puede existir un nivel de exigencia elevado, violencia de género, carencia de cuidados o familias fragmentadas. A nivel social, por abuso por parte de compañeros (bullying) o acontecimientos estresantes.

Los factores protectores sugeridos son los siguientes:

  • Patrones familiares. Mantener una buena relación con los miembros de la familia, así como contar con apoyo familiar.
  • Personalidad. Engloba una buena habilidad social, cierta confianza en sí mismo, en su propia situación y logro. Además de facilidad en la búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades en diferentes ámbitos (trabajo, escuela…) y de consejo cuando hay que elegir entre opciones importantes. Asimismo, receptividad hacia las experiencias, soluciones de otras personas y hacia conocimientos nuevos.
  • Factores culturales y sociodemográficos como la integración social.

Señales de alerta

Comúnmente, las personas que toman la decisión de suicidarse expresan una serie de signos y síntomas que pueden ayudar en la detección del riesgo de suicidio. Por esta razón es importante conocerlos y saber actuar ante ellos.

Las señales de alarma pueden ir desde una petición de ayuda o señal verbal, en la que es fácil intervenir ya que es una invitación a hablar sobre el tema, a expresarse de forma no verbal.

Cuando se trata de señales verbales, las personas expresan sentimientos de desesperanza y desamparo, con frases como “no va a mejorar” o “mi vida no tiene sentido”, así como odio, vergüenza o culpa con la que la persona prefiere no vivir. En algunos casos, la persona tiende a hablar reiteradamente sobre la muerte y se despide de sus seres queridos de forma oral o escrita. Además, puede expresar abiertamente sus deseos de quitarse la vida, pero se distinguen diferentes grados y a partir de estas manifestaciones se determina si tiene un riesgo alto de suicidio o no:

  • No ha planeado la acción.
  • Ha realizado un método indeterminado.
  • Tiene un método especifico.
  • Plan suicida concreto.

En ocasiones la persona puede no expresar verbalmente su idea de suicidio, aunque sí que manifiesta su voluntad a través de su expresión corporal. Algunos ejemplos son:

  • Existe un cambio en su conducta en el que se expresa mayor agresividad o completamente opuesto cuando expresa calma y tranquilidad después de un momento de mucha tensión.
  • La persona experimenta un evento que puede resultar desencadenante.
  • Búsqueda de mecanismos para lesionarse.
  • Conducta temeraria.
  • Actitud pasiva, apática, aislamiento social, la persona no experimenta placer con las actividades habituales.
  • Dificultad en la concentración.
  • Apariencia física desmejorada.
  • Alteraciones en los patrones de sueño o alimentación, incremento de la ingesta de alcohol.
  • Cerrar asuntos pendientes como documentos, desprendimiento de objetos personales.
  • Al tratar de hablar sobre el tema del suicidio, la persona lo evita sin responder a las preguntas y bajando la cabeza o mirando al suelo.

Cómo ayudar en caso de intento de suicidio

Indistintamente del tipo de señal que se pueda percibir, cualquier detección de pensamientos o intentos de suicidio deben tomarse con seriedad. Resulta imprescindible planificar el abordaje para mantener la seguridad de la persona. Es por ello por lo que, si detectas personas de riesgo cercanos (familiares o amigos) sé directo y habla de forma clara y abierta, expresando tu preocupación, pero siempre mostrando disposición a escuchar para que pueda expresar sus sentimientos. Acepta los sentimientos de la persona, sin juzgar ni cuestionar si es una conducta correcta o no.

  • Sé directo: habla claramente sobre el suicidio.
  • Expresa tu preocupación por la persona.
  • Muéstrate dispuesto a escuchar: deja que la persona exprese sus sentimientos, escuchando empáticamente sin juzgar.
  • No des opiniones.
  • Tranquiliza a la persona.
  • No prometas confidencialidad, ya que es imprescindible comunicarse con otras personas como familiares, amigos y profesionales.

Dónde buscar ayuda

La intervención con una persona con riesgo de suicidio exige profesionales con un buen nivel de formación y entrenamiento, estos son necesarios y no se puede prescindir de ellos para para poder abordar la ayuda a las personas de riesgo. A continuación, se indican las recomendaciones en caso de crisis:

  • Acudir a los Servicios de Urgencias del hospital y emergencias médicas (112).
  • Si la persona recibe tratamiento psiquiátrico, se debe poner en contacto con el médico de Atención Primaria.
  • Teléfono de la esperanza en Valencia: 963916006.

Mitos

Son muchos los mitos que rodean el suicidio, es por ello por lo que solventar las dudas acerca de estos actos es algo crucial.

 

FUENTES:

  1. Suicidio. Organización Mundial de la Salud (OMS), septiembre 2019.
  2. R. Sotoca Covaleda. Prevención del Suicidio. Guía informativa para el ámbito escolar. Generalitata Valenciana, Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública.
  3. Guía informativa para la detección y prevención del suicidio. Colegio Profesional de Psicología de Aragón.
  4. Defunciones según la Causa de la Muerte, Año 2018. Instituto Nacional de Estadística.
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