Una etapa más en la vida de la mujer

La menopausia es una palabra que tiene connotaciones negativas. En este sentido, la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco ayuda mucho, ya que la define como “cese permanente de la menstruación derivado de la pérdida de actividad folicular del ovario” que se traduce en que la mujer deja de ser fértil. Sin embargo, no es una enfermedad, sino una nueva etapa fisiológica femenina que se desarrolla durante un periodo de tiempo -entre 2 y 8 años-.

El periodo de transición que transcurre hasta la menopausia se conoce como perimenopausia, en el que aparecen periodos amenorreicos (se deja de tener periodos), intercalados con ciclos cortos y normales.

La menopausia lleva consigo cambios fisiológicos y sus correspondientes consecuencias derivadas de la disminución de las hormonas sexuales femeninas o estrógenos.

La disminución de estrógenos provoca:

  • Sofocos (crisis vasomotoras): oleadas de calor y rubor localizadas en la piel del pecho, cuello y cara, que pueden ir acompañadas de excesiva sudoración y en ocasiones, de palpitaciones.
  • Con mucha menor frecuencia aparecen cefaleas, náuseas o vértigo.
  • Síntomas psicológicos: irritabilidad y nerviosismo (40%), depresión (30-40%), astenia (30-40%), insomnio, disminución del rendimiento y descenso del deseo sexual.
  • Atrofia de mucosas (vulvar y vaginal), tanto en aspecto como en función. Desde el inicio, hay una disminución de las secreciones de la mucosa (sequedad vaginal 25%). También se desarrollan modificaciones externas como la disminución del vello axilar y púbico. El adelgazamiento de las mucosas también afecta a las vías urinarias, por lo que el déficit de circulación provoca incontinencia urinaria, escozor vaginal/vulvar y disuria (dificultad/dolor al orinar).
  • Atrofia en la piel: sequedad de la piel que conduce a un aumento de las arrugas.
  • Incremento del peso corporal. Los cambios hormonales y el avance de la edad son determinantes para este aumento del peso corporal y distribución de tipo “manzana” en el que se acumula en el abdomen.

Además de estos síntomas, unos años después del cese de las menstruaciones aparece un decrecimiento importante de la masa ósea, que se conoce como osteoporosis. En consecuencia, se reduce la estructura de los huesos, por lo que estos son más frágiles y existe un mayor riesgo de fracturas.

Asimismo, el riesgo de enfermedades cardiovasculares también se incrementa, debido a la tendencia al aumento de los niveles de colesterol, de la presión arterial y problemas circulatorios.

 

Salud vaginal

Las molestias vaginales son un cambio que se consulta con bastante frecuencia en la farmacia comunitaria y afectan tanto al flujo como a la sequedad vaginal.

El flujo vaginal es la mucosidad producida en el cuello uterino que sirve para lubricar y que varía a lo largo del ciclo menstrual en función de la cantidad de estrógenos. Tanto antes como durante la menopausia se debe prestar atención cuando se perciban cambios en la consistencia, color y olor. Generalmente su volumen disminuye durante la menopausia. Para evitar cambios se recomienda mantener la zona genital limpia y seca, no realizar duchas vaginales (tienden a eliminar las bacterias sanas que recubren la vagina), tomar probióticos cuando se siga un tratamiento antibiótico, evitar utilizar productos de higiene íntima perfumada, pantalones extremadamente apretados o ropa interior de seda o nailon que no favorecen el flujo de aire.

Por otro lado, el picor, la quemazón e incluso dolor en las relaciones sexuales son los síntomas propios de la sequedad vaginal. Al estar todos estos síntomas relacionados, se solucionarán a la vez. Los hidratantes y lubricantes vaginales son tratamientos que se utilizan de forma continua ya que, si se interrumpe el tratamiento, también lo harán sus efectos.

 

Fitoterapia en la menopausia

La fitoterapia puede ser una gran aliada para las mujeres que requieren un tratamiento de la sintomatología propia de la menopausia.

Para los sofocos y sudores, se emplean un conjunto de componentes químicos presentes en ciertas plantas que se denominan “fitoestrógenos”. Entre ellas, encontramos la soja, el trébol rojo, la cimífuga, el lino, el lúpulo y la salvia.

La estética es una de las mayores preocupaciones que tenemos las personas. Hoy en día podemos sumar a la estética la preocupación por mantener un cuerpo sano y un peso corporal adecuado. Como esta etapa puede empeorarlo, en ocasiones son necesarias plantas ricas en fibra para el control del peso corporal. Las plantas típicas con efecto saciante y reductor de la absorción de grasas son ispágula y el glucomanano. Además, el té verde destaca al favorecer el incremento del gasto energético y la combustión de las grasas, mientras que la hoja de la alcachofa facilita las digestiones al descomponer las grasas, ambas útiles en el uso para ayudar a regular el peso corporal.

Sumado a los anteriores síntomas, las mujeres tienden a tener una piel y mucosas menos lubricadas. Como hemos comentado anteriormente, son afecciones incómodas y que, además, pueden derivar en otros problemas como relaciones sexuales deficientes. Es por ello por lo que el aceite de onagra, la borraja y la alfalfa pueden suponer una diferencia al incrementar la hidratación y elasticidad de piel y mucosas.

En las alteraciones del tracto genitourinario, entre las que predominan la cistitis e incontinencia se suele utilizar la cola de caballo.

Cuando se quieren tratar los síntomas psicológicos como nerviosismo, irritabilidad e insomnio, entre otros, generalmente se recomiendan valeriana, pasiflora, melisa, amapola de California, lúpulo y espino blanco.

Recuerda, es importante seguir unos buenos hábitos y un tratamiento de los síntomas que se experimentan, siempre acudiendo a las revisiones ginecológicas pertinentes. Además, tu farmacéutico puede informarte de las plantas más adecuadas para cualquiera de los síntomas que experimentes en la menopausia.

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