El uso de los antibióticos en la práctica clínica supuso una de las intervenciones más importantes para el control de las infecciones bacterianas. Sin embargo, en la actualidad, se han producido resistencias a antibióticos de primera, segunda y hasta tercera línea, afectando significativamente al resultado de los tratamientos proporcionados.

Aunque es un fenómeno natural, el uso inadecuado en las personas y los animales está acelerando la aparición de resistencias. Con el fin de hacer frente a éstas, se crearon nuevos grupos terapéuticos durante los años cincuenta a los sesenta, con sus consiguientes modificaciones en los años setenta y ochenta. Este hecho creó una falsa sensación de seguridad en la que, a pesar de las resistencias, podíamos continuar haciendo frente a los patógenos.

El uso indiscriminado de antibióticos y la propagación de infecciones causadas por bacterias resistentes a tratamientos con antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud mundial. Actualmente, alrededor de 3.000 personas fallecen anualmente en nuestro país como consecuencia de infecciones hospitalarias producidas por bacterias resistentes.

 

Mecanismos de resistencia de las bacterias

Los antibióticos son un grupo de medicamentos que sirven para eliminar (actividad bacteriostática) o inhibir (efecto bactericida) el crecimiento bacteriano, sin que esto ocasione daños en el organismo. Es decir, el antibacteriano actuará en la bacteria y no en las células del paciente.

En la actualidad, contamos con una gran variedad de antibióticos. Según su mecanismo de acción, pueden ser clasificados en diferentes grupos: bloqueo de la síntesis del metabolismo del ácido fólico, inhibición de la síntesis proteica, inhibición de las β-lactamasas, inhibición de la pared bacteriana, alteraciones de la membrana citoplasmática e inhibición de la replicación.

A diferencia de lo que ocurre con el resto de los medicamentos, los antibióticos presentan un problema adicional que afecta a su eficacia: las resistencias microbianas. Esto se debe a la gran capacidad de adaptación por parte de estos microorganismos.

Las resistencias de las bacterias a los antibióticos pueden ser:

  • Resistencia natural o intrínseca: es propia de las familias bacterianas, como carecer de diana para el antibiótico (por ejemplo, Mycoplasma en relación con los betalactámicos).
  • Resistencia adquirida: es variable y depende de las modificaciones del material genético de la bacteria por mutación cromosómica o por mecanismos de transferencia genética.
  • Resistencia transmisible: está mediada por plásmidos, transposones o integrones que pueden pasar de una bacteria a otra.

Los mecanismos de resistencia de las bacterias son, fundamentalmente:

  • Inactivación del antibiótico por enzimas. Destacan las betalactamasas . Estas son unas enzimas producidas por algunos tipos de bacterias que rompen el anillo betalactámico de los antibióticos betalactámicos (como penicilinas, cefalosporinas, monobactámicos y carbapenémicos) inhibiendo las propiedades antimicrobianas de la molécula.
  • Modificaciones bacterianas que impiden la llegada del antibiótico a su diana. Las bacterias modifican la pared, produciendo mutaciones en las porinas, e impiden la entrada de ciertos antibióticos (betalactámicos) o alteran los sistemas de transporte (aminoglucósidos). Además, también pueden expulsar los antibióticos para que no se encuentren en la cantidad suficiente para actuar de manera eficaz.
  • Alteración de la diana por parte de la propia bacteria. Por ejemplo, las bacterias pueden modificar el ADN girasa, que es la diana de las quinolonas, impidiendo la acción del antibiótico. Además, una misma bacteria puede desarrollar varios mecanismos de resistencia frente a uno o varios antibióticos y, a su vez, el antibiótico puede ser inactivado por diversas bacterias.

 

Estrategias para el desarrollo de nuevos antibióticos

Una de las estrategias más perseguidas para hacer frente a las resistencias bacterianas es el desarrollo de nuevos fármacos. Estos deben tener mecanismos de acción diferentes de los antibióticos que actualmente están comercializados y frente a los que las bacterias no puedan desarrollar resistencias. En la actualidad, existen algunos fármacos con nuevos mecanismos antibacterianos, que han sido el resultado del desarrollo farmacéutico por parte de los investigadores y la inversión de millones de euros empleados en ello.

Sin embargo, este número permanece bajo debido a una diminución de la inversión privada y la falta de innovación en la creación de nuevos fármacos frente a los que aparezcan resistencias al cabo de pocos años tras la comercialización de medicamentos.

Debido a esto, es necesario un cambio radical en la estrategia de búsqueda de nuevos antibióticos. Anteriormente, se consideraba que el desarrollo de antibióticos de amplio espectro para actuar frente a la gran variedad de patógenos suponía una ventaja, al ser un solo fármaco el que actúa frente a todas las bacterias a la vez. Aunque, es necesario restringir la actuación de los antibióticos a los patógenos específicos causantes de cada infección. Para ello es preciso un diagnóstico microbiológico rápido y la elección más adecuada de antibióticos con un espectro reducido en la que se centra en las características del agente causal y del paciente.

 

Iniciativas globales

Debido a la gran relevancia del problema, son muchos los foros y organismos internacionales los que trabajan de forma coordinada para combatir a este problema sanitario. Con este fin, en 2011, la Unión Europea (UE) estableció una estrategia común - Plan Director de Acción sobre Resistencias Antimicrobianas (2011-2016)-, en la que participaron 13 países (incluyendo España) y que dio como resultado el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). En 2017, el PRAN se actualizó con el objetivo de reducir la aparición y propagación de la resistencias a los antibióticos dentro y fuera de la UE.

El nuevo PRAN (2019-2021) sigue la metodología de los anteriores y mantiene como puntos estratégicos los siguientes:

  • Vigilancia del consumo de antibióticos y la aparición de resistencias.
  • Control de la resistencia a los antibióticos.
  • Prevención de la necesidad de uso de antibióticos promoviendo recomendaciones para reducir el riesgo de infección y transmisión de microorganismos resistentes.
  • Estrategias comunes en la investigación de resistencias.
  • Formación en materia de resistencias.
  • Comunicación y sensibilización de la población.
  • Medioambiente. Análisis del impacto sobre la salud pública y la sanidad animal de la presencia de genes de resistencia y antibióticos en el medioambiente.

Además, este año se ha creado un símbolo global (imagen del blog), que consiste en dos cápsulas blancas y rojas en forma de aspa o cruz que se forman al ensamblar un corazón rojo y otro blanco, con el objetivo de transmitir el mensaje de que cualquiera puede contribuir a frenar esta amenaza con un consumo adecuado de antibióticos.  Este diseño gráfico es el primer símbolo global seleccionado de entre más de 600 candidaturas de 44 países para el concurso de diseño gráfico convocado por la Acción Conjunta Europea sobre Resistencia a los Antimicrobianos e Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (EU-JAMRAI). Por eso, este año desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se anima a que se comparta este símbolo en las redes sociales.

 

¿Qué se espera de los profesionales sanitarios? - El papel del farmacéutico

Es imprescindible hallar una solución al problema, sin embargo, depende de múltiples factores que engloban a la administración pública, las instituciones sanitarias, profesionales sanitarios, ganaderos, laboratorios, así como también a los ciudadanos.

Los farmacéuticos tienen la responsabilidad de colaborar en la lucha contra las resistencias bacterianas, pues están presentes a lo largo de toda la cadena del medicamento, desde la investigación hasta su dispensación.

Desde la Farmacia Comunitaria el farmacéutico:

  • Rechazará cualquier solicitud de dispensación de antibiótico sin receta médica
  • Recomendará acudir al médico cuando un paciente acuda con síntomas propios de una enfermedad infecciosa y evitar el autodiagnóstico.
  • Explicará a los pacientes que las enfermedades víricas como gripe o resfriado no deben tratarse con antibióticos.
  • Recordará que los restos de tratamientos antibióticos deben depositarse en el punto SIGRE.
  • Recalcará la importancia de cumplir el tratamiento completo prescrito por el médico (en tiempo y dosis), aunque se encuentre mejor.
  • Informará a los pacientes sobre la seguridad de los antibióticos, aunque pueden producir efectos adversos en algunos casos, como trastornos gastrointestinales.

El colectivo farmacéutico es consciente de la necesidad de llevar a cabo medidas e implicarse en la resolución de este problema sanitario mundial. Por ello, participa en estrategias de educación sanitaria para garantizar el uso adecuado de los medicamentos, en conjunto con la Administración Sanitaria.

 

 

FUENTES:

  1. Estrategia mundial de la OMS para contener la resistencia a los antimicrobianos. Organización Mundial de la Salud (OMS).
  2. Plan Nacional frente a la Resistencia de Antibióticos (PRAN). Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar social y Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

 

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