Descubre todo sobre esta enfermedad y aprende a protegerte de ella.

No hace muchos años, en el 2009, en diferentes medios de comunicación se informó de un brote en Fuenlabrada (Madrid) de leishmaniasis, convirtiéndose en el de mayor incidencia notificado en Europa. Desde entonces, se siguen notificando casos en España de personas enfermas, lo que indica que la enfermedad está ampliamente distribuida por todo el país; sobre todo en Valencia, territorio con el mayor número de casos.

 

¿Qué es la leishmaniasis?

La leishmaniasis es una enfermedad infecciosa parasitaria causada por más de 20 especies del parásito protozoo pertenecientes al género Leishmania. No obstante, para que las personas se infecten es necesario que sean los flebótomos hembra infectados los que piquen -necesitan ingerir sangre para producir huevos- y, por tanto, transmitan el parásito que más tarde provocará la enfermedad.

 

Formas de la leishmaniasis

El protozoo parásito que causa la leishmaniasis puede provocar tres tipos principales que depende de la parte del cuerpo al que afecte. Dos de ellos pueden darse en nuestro país:

  • Leishmaniasis cutánea. Es la forma más frecuente; se forman lesiones en la piel, sobre todo ulcerosas, en las zonas expuestas del cuerpo. Estas comienzan siendo de menor tamaño, pero pueden modificar su apariencia aumentando sus dimensiones; es decir, que estas úlceras inicialmente están cubiertas por una costra y que, al desprenderse, se queda de un color rosado, de bordes regulares e indolora. Se recomienda prestar atención a su evolución ya que puede infectarse por otros microorganismos. Pueden dejar cicatrices o incluso provocar una discapacidad grave.
  • Leishmaniasis visceral, también conocida como kala azar. Cuando la persona se infecta y desarrolla esta forma de la enfermedad puede experimentar fiebre constante o irregular, pérdida de peso, agrandamiento del bazo o hígado (esplenomegalia y hepatomegalia, respectivamente), anemia grave -palidez- o pérdida de peso lenta. Además, trastornos respiratorios y gastrointestinales (vómitos y diarrea), edema en las piernas, hemorragias (en las encías o por la nariz- epistaxis), petequia, ictericia y ascitis. Debido a la agresividad del parásito un gran porcentaje de los enfermos fallece, mientras que los que sobreviven se quedan con una secuela llamada “leishmaniasis dérmica poskala-azar”: erupción macular, papular o nodular en cara, brazos, tronco u otras zonas del cuerpo que generalmente aparece seis meses o un año después de superar la enfermedad.

También existe un tercer tipo que no es frecuente en España denominado leishmaniasis mucocutánea. Esta causa una destrucción parcial o completa de las membranas situadas en la nariz, la boca y la garganta. Una vez afecta a la nariz, puede provocar obstrucción, sangrado, secreción nasal, costras y heridas. Cuando evoluciona y afecta a la boca y a la garganta, puede ocasionar dolor, problemas para deglutir (disfagia), problemas para hablar (disfonía) y ronquera.

 

Prevención y tratamiento

Por supuesto, la prevención de la leishmaniasis es imprescindible para evitar nuevos casos, esta depende de varios puntos: el reservorio (animales o personas), el parásito y el vector (flebótomo). Debido a que actualmente no existe una vacuna para esta enfermedad, se recomienda seguir ciertas medidas para la protección personal:

  • Haz uso de cortinas mosquiteras.
  • Evita realizar actividades al aire libre desde el atardecer al amanecer.
  • Utiliza ropa protectora.
  • Emplea repelentes de mosquitos.
  • Evita dejar agua estancada donde puede darse la cría de estos insectos.
  • Acudir al médico en caso de algún tipo de manifestación descrita.
  • Protege también a tus mascotas poniéndole un collar repelente de insectos.

Una vez se diagnostica la enfermedad, se debe iniciar el tratamiento lo antes posible y este dependerá de la forma de la enfermedad, la especie del parásito, sintomatología y zona geográfica. Además, para que la persona se cure es necesario tener un sistema inmunitario competente para eliminar el parásito del cuerpo ya que, si no, se pueden dar casos de recidivas (volver a infectarse), como podría suceder en personas con inmunodepresión.

Por último, recuerda que tu farmacéutico puede ayudarte a la hora de elegir el repelente de insectos que más te convenga a ti y a tu familia. Además, también puedes consultar nuestro blog “Me pican los mosquitos” donde se exponen los diferentes tipos de repelentes en función de la edad de la persona, pincha aquí y descúbrelo.

 

¿Qué papel juegan nuestras mascotas?

Automáticamente cuando pensamos en la leishmaniasis, la relacionamos con nuestro mejor amigo: el perro. Y no podíamos tener más razón. Efectivamente nuestras mascotas, al igual que otros animales como las liebres o gatos, juegan un papel muy importante en esta enfermedad, pero quizás no de la forma en la que pensamos.

Nuestros peludos amigos una vez están infectados pueden ser un reservorio de este parásito, pero nunca podrán contagiarnos a nosotros directamente a través de un mordisco, por ejemplo; pero sí de manera indirecta. Esto significa que el riesgo de contagio se da únicamente si un flebótomo no infectado pica a nuestra mascota infectada y, al succionar la sangre, se infecta. Es entonces cuando, si ese flebótomo a posteriori pica a una persona, sí la podrá infectar.

 

Desmintiendo mitos

Hasta este punto hemos visto mucha información sobre la enfermedad que pueden provocar los parásitos del género Leishmania, pero todavía hay puntos que es importante aclarar para que no te confundan:

  • Mito: solo los animales pueden tener la enfermedad.

Verdad: las personas también pueden infectarse y desarrollar la enfermedad en cualquiera de sus formas (cutánea, mucocutánea y visceral).

 

  • Mito: si convivo con mi mascota que tiene leishmaniasis, me la puede transmitir.

Verdad: para que una persona se infecte, debe picarte un flebótomo hembra infectado previamente.

 

  • Mito: tengo que protegerme de los mosquitos todo el día.

Verdad: los insectos (flebótomos) que transmiten la enfermedad tienen más actividad durante las primeras horas de la noche (atardecer) y al amanecer.

 

  • Mito: los flebótomos solo vuelan en verano por lo que solo me tengo que proteger en esta época del año.

Verdad: aunque es cierto que las temperaturas cálidas tienen una mayor presencia, siguen estando presentes todo el año por las fluctuaciones de temperatura y por tanto es importante no bajar la guardia.

 

  • Mito: mi mascota vive dentro de casa por lo que no puede contraer la enfermedad.

Verdad: este insecto, al ser tan pequeño, puede colarse dentro de nuestra casa cuando abrimos las ventanas, especialmente en zonas rurales.

 

FUENTES:

  1. Resultados de la vigilancia epidemiológica de las enfermedades transmisibles informe anual. años 2017-2018. Ministerio de Ciencia e Innovación. Instituto de Salud Carlos III.
  2. Información general: leishmaniasis. Organización Panamericana de la Salud (OPS).
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