Durante la temporada estival, vemos nuestras costas abarrotadas de personas que aprovechan cada segundo los rayos solares desde el minuto uno hasta prácticamente la hora de comer y vuelven a la carga después de una comilona y una merecida siesta -si es que no comen allí mismo-. Sin embargo, a pesar de todas las advertencias que desde la farmacia repetimos durante la “temporada veraniega” -aproximadamente desde el mes de abril hasta mediados de septiembre- sobre los riesgos que esta prolongada exposición puede acarrear, nuestros pacientes siguen presentando lesiones en la piel.

No todas las personas son conscientes del hecho de que las radiaciones solares pueden desencadenar manifestaciones como enrojecimiento, fotoenvejecimiento, inflamación, daño en el ADN, así como la formación de manchas que finalmente puede desembocar en cáncer de piel. A estas manchas solares se le denomina queratosis actínica (AC) también conocida como queratosis senil o solar.

Por otro lado, existen unas lesiones dérmicas denominadas queratosis actínica (QA) también conocidas como queratosis senil o solar.

QA: qué es, síntomas, factores de riesgo

Existe una controversia respecto a la naturaleza de la QA. Un grupo de investigadores consideran la QA una lesión precancerosa o premaligna, mientras que para otros se trata de una lesión maligna tipo carcinoma intraepidermico o in situ. Sin embargo, actualmente, está definido como carcinoma epidermoides (CE) in situ de la piel no invasivo.

Los queratinocitos son las células más abundantes de la epidermis. Cuando son atípicos, pueden atravesar la membrana basal cutánea y dirigirse hacia la dermis papilar y/o reticular y se conocen como CE o células escamosas invasivas que pueden deberse a la QA o aparecer de novo. Son biomarcadores y estos pueden darse cuando se producen quemaduras, úlceras e infecciones crónicas de la piel.

Con mayor frecuencia, la QA se manifiesta en las zonas corporales expuestas al sol como rostro, cuero cabelludo, zona lateral del cuellos, zona distal de las extremidades, dorso de las manos y antebrazos. Estas tienen forma de máculas, placas o pápulas eritematosas y escamosas, que pueden estar solitarias o múltiples. Debido a que su apariencia es variable, y varía desde tener el mismo tono de color de la piel, eritematosas o amarillentas, aunque pueden están mal definidas o de forma irregular.

La QA se caracteriza por ser asintomática, aunque algunos pacientes experimentan sensibilidad, prurito o incluso sangrado tras el rascado. En función de la gravedad de la QA, se puede clasificar en varios grados.

  • Grado 1: lesiones leves, con marcas rosadas/grises con pocas escamas o ásperas al tacto.
  • Grado 2: lesiones moderadas con hiperqueratosis más gruesa y detectable.
  • Grado 3: lesiones graves con hiperqueratosis marcada.
  • Campo de cancerización: hace referencia al área de la piel en la que se ha producido daño actínico y que rodea concretamente a la QA. Se muestras las mismas alteraciones genéticas.

Entre los factores de riesgo que pueden estar implicados en el desarrollo de QA son:

  • Edad: afecta más a las personas de mayor edad. Esto se debe precisamente por el hecho a que es un daño acumulativo y cuanto más tiempo se permanece expuesto, mayor es el riesgo.
  • Género: los hombres son más propensos a desarrollar QA en comparación con las mujeres.
  • Fenotipo: las personas con un fototipo bajo (I-III), según la escala de Fitzpatrick se caracterizan por tener un tono de piel claro, pecas, cabello de color claro y también una propensión a sufrir quemaduras solares y broncearse con dificultad.
  • Localización del hogar: la exposición solar es mayor en las zonas geográficas próximas al ecuador.
  • Otros factores como la exposición a arsénico, radioisótopos y rayos X, así como pacientes con virus del papiloma humano (VPH), inmunodeprimidos y trasplantados.
  • Historia de cáncer cutáneo no melanoma.

Epidemiología

Una tercera causa de consulta dermatológica se debe a la QA. De hecho, en Europa aproximadamente un 18% de las mujeres y un 34% de hombres de edad superior a los 70 años tienen QA, que en España estas cifras varían del 28,6% al 60,4% en adultos mayores de 80 años. Además, también existen variaciones entre las zonas geográficas españolas. En concreto, en la costa mediterránea afecta a un 31,4%, en las comunidades autónomas del sur un 28,1% seguido de un 27,5% en comunidades autónomas del norte.

Respecto a la localización de las lesiones, tiene una mayor prevalencia aquellas que surgen en el rostro, 77,3% seguida del cuero cabelludo con un 32%.

A pesar de estos datos, los expertos consideran que la QA está infradiagnosticada.

Campañas de fotoprotección desde nuestra farmacia

Como cada enfermedad o problema de salud, la prevención es la clave para asegurar una vida saludable y ¿qué mejor forma que hacerlo desde la farmacia comunitaria? Como farmacéuticos, podemos proporcionar consejos para prevenir la QA que son los siguientes:

  • Evitar la exposición solar entre las 12 y 17h aproximadamente. La QA se asocia a patrones de exposición crónica a lo largo de la vida a la par que se relacionan con quemaduras solares. Debido a que en esa franja horaria existe mayor incidencia de radiaciones UVB las cuales provocan quemadura solar, deben evitarse.
  • Hacer un uso adecuado de la ropa con protección UV, las gafas y el sombrero. La protección solar de las prendas de ropa depende del grosor y el espacio entre los hilos y el color, siendo los más oscuros los que mayor protección confieren. Pueden incluso llegar al SFP de 30 sin embargo, una vez se mojan se reduce a SPF 5. También la protección solar se puede añadir al detergente o color de la ropa. En cuanto a los sombreros de ala ancha y algunos gorros, estos están diseñados para proteger la cara y zona cervical. Mientras que las gafas de sol deben tener cristales homologados, útiles para filtrar las radiaciones UV, especialmente útiles para QA faciales y perioculares.
  • Permanecer a la sombra o hacer uso de sombrillas. Se tienen en cuenta tanto la radiación directa (materiales de la sombrilla) como la reflejada (depende de la altura a la que se coloque) y ambas son cruciales.
  • Al usar el fotoprotector, aplicar la cantidad suficiente (2mg/cm2) antes de realizar actividades al aire libre, reaplicar cada 2h y con un SPF adecuado según el fototipo. Además, se puede hacer uso de fotoprotectores orales como medida complementaria a los fotoprotectores tópicos.
  • Evitar el uso de las cabinas de bronceado. Las cabinas de bronceado emiten radiaciones UVB y UVA tres veces superior a las que tienen lugar al aire libre a mediodía. Además, aquellas personas que se exponen antes de los 30 años incrementan aún más el riesgo de cáncer de piel.

Además de los consejos aportados a los pacientes, es imprescindible que ellos mismos se hagan autoexploraciones cada cierto tiempo y visiten complementariamente al dermatólogo. Es preciso explicar cómo deben localizar la QA, es decir que deben fijarse en las características clave. La primera será la localización, que como hemos comentado previamente suele aparecer en las zonas expuestas a las radiaciones ultravioleta (rostro, orejas, cuero cabelludo, labios, hombros, cuellos, dorso de las manos y antebrazos). El aspecto se basa en el color (rojo, tostado, rosa, color piel, marrón o plateado) con una textura (de plana a ligeramente escamosa, áspera e incluso algunas tienen forma de cuerno) y un tamaño que varía desde un punto diminuto hasta varios centímetros.

Debido a que las QA pueden estar localizadas en el cuero cabelludo, es complicado explorarse uno mismo, por lo que aquellas personas con el cuero cabelludo expuesto podrán solicitar ayudar a otra persona o centrarse en la exploración basada en el tacto.

Si tras una autoexploración el paciente presenta dudas, es posible que acuda a la farmacia para pedir una segunda opinión. Por nuestra parte, debemos siempre derivar a un especialista cuando existan sospechas.

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