En el caso de algunos fármacos, la pandemia habría influido en el aumento de su consumo.

FUENTE: Valencia Plaza

Tras un prolongado descenso durante los años posteriores a la crisis económica de 2008, el consumo de medicamentos recetados con cargo a la Seguridad Social siempre ha crecido en España, a mayor o menor ritmo, desde 2014. Es una tendencia que respondería a diversos factores, entre los que se encontrarían el paulatino envejecimiento de la población y una mayor variedad de los fármacos financiados por el Estado, según apuntan los expertos. Pero aun así, si se realiza un análisis más detallado de esa evolución, se observa que el incremento no se produce con la misma intensidad en todos los subgrupos de medicamentos. Además, en algunos casos específicos, la pandemia habría influido notablemente en el aumento de su consumo.

Así se desprende de los datos sobre medicamentos con receta dispensados en las oficinas de farmacia que publicó recientemente el Ministerio de Sanidad, en los que se aprecia ya un importante crecimiento en el consumo global de fármacos durante 2021, el primer año marcado desde su inicio por la crisis de la covid-19. No obstante, más que a un mayor uso de las medicinas por parte de la población, este destacado aumento generalizado sería también una respuesta a la contención del gasto en fármacos que se dio en 2020. De este modo, y al igual que la actividad asistencial se vio afectada en los peores momentos de la pandemia, “se frenó también la preinscripción y el gasto farmacéutico”, según apunta la vocal de Atención Primaria Farmacéutica de la Sociedad Valenciana de Farmacia Hospitalaria (SVFH), Ana Padilla.

Este estancamiento, que como reflejan los datos del Ministerio produjo que el consumo de envases de fármacos solo aumentara un 0,6 % en 2020, se debería principalmente a que el paciente crónico, el más recurrente, “fue el que más dejó de venir y por ello el crecimiento fue menos elevado”, sostiene también la secretaria de la SVFH, Mónica Climente. En el ejercicio siguiente, en cambio, se registró, con un 4,3 %, el mayor incremento desde el inicio de la serie estadística en 2009. “Se recuperó o compensó esa contención”, subraya Climente. Una tendencia que se observa igualmente en la Comunitat Valenciana, donde el gasto de las dispensaciones de medicamentos en atención primaria y oficinas de farmacia solo creció un 0,8 % en 2020 pero se disparó al 5,6 % durante el ejercicio posterior.

Pese a ello, y como también explican los especialistas en farmacia, sí existen varios subgrupos de medicamentos cuyo consumo se acentuó de manera especial en los años de pandemia, a la que podría asociarse por tanto dicho incremento. Unos de ellos serían los preparados anti-acné, que pese a presentar un uso más o menos estable en años anteriores, reflejan un alza relevante en 2021. “Usamos como medida de protección en interiores, y en exteriores si hay aglomeraciones, mascarillas protectoras. Este uso continuado y diario de las mismas hace que aumente la secreción de sebo en la piel y propicia la aparición del acné en zonas de la boca, barbilla o nariz”, argumentan desde el Centro de Información de Medicamentos (CIM) del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (Micof).

De esta manera, el uso de preparados anti-acné para uso sistémico, que en once años nunca había crecido por encima de un 5 %, arrojó en 2021 un incremento interanual superior al 30 %, a la vez que los fármacos de este tipo pensados para uso tópico aumentaron igualmente de manera considerable. Asimismo, el conjunto de medicamentos que más creció el pasado ejercicio fue el que contiene a los ésteres del ácido carbámico, relajantes musculares cuyo consumo aumentó un 121 % en dos años pese a no haberse elevado en el último lustro más allá del 25 %. En relación a ello, el pasado enero, el Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana (IOFCV) recordaba que muchas de las personas que padecen covid persistente puede sufrir, entre otros síntomas, dolor muscular, mientras que el comisionado de la Presidencia de la Generalitat en Salud Mental, Rafael Tabares, aseguraba en febrero que estas dolencias eran también parte de la sintomatología de quienes sufren algún problema de salud mental derivado de la pandemia.

En este sentido, el consumo de envases de antidepresivos se ha incrementado asimismo con la llegada de la covid-19. Aunque su uso ya crecía antes del estallido de la crisis, en los últimos años se ha acentuado por diversos motivos, entre ellos algunos vinculados a la covid-19. “Diferentes artículos y estudios indican que la falta de interacción social y la incertidumbre sobre la situación económica y sanitaria han hecho mella en la población”, sostienen desde el Micof, desde donde confirman que ello deriva en “un mayor número de bajas por depresión o crisis de ansiedad que deben ser tratadas con antidepresivos”. Además, desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos ponen también el foco en el síndrome del trabajador quemado o burnout, dolencias “muy sufridas por aquellos que estuvieron en primera línea”.

También crecieron mucho desde el inicio de la pandemia los medicamentos antieméticos y otros usados contra las náuseas, un síntoma menos común de la covid-19 como lo es la pérdida del olfato, a la vez que los ansiolíticos, que disminuyen o eliminan la ansiedad, habrían crecido de forma sostenida desde 2020 pese a haber mostrado una tendencia estable o a la baja en años precedentes.  Más allá de la pandemia, los fármacos contra los desórdenes adictivos experimentaron igualmente un gran desarrollo en su consumo en los últimos dos años, pero en este caso influirá seguro el inicio de la financiación en 2020, por parte de la Seguridad Social, de varios tratamientos para dejar de fumar.

Además, crecieron también los prostágenos y estrógenos, que como apunta el Micof “se usan en la salud reproductiva de la mujer como anticonceptivo”, y los ectoparasiticidas, cuyo uso más común es para combatir los piojos. En relación a ello, con el inicio del último curso escolar, la Conselleria de Sanidad afirmó que la distancia mínima había mantenido también a raya a estos parásitos, si bien desde el Ministerio se sugirió por el contrario que algunas prácticas de contacto, como las selfies, habrían contribuido a su extensión entre adolescentes y adultos.

Las vitaminas y los fármacos contra el colesterol, al alza en la última década

Del mismo modo, el consumo de ciertas vitaminas, como las A y D, muestra importantes incrementos en los últimos años, pero también en ejercicios anteriores. “Aunque somos un país con amplia exposición al sol, mucha de la población objetivo del consumo de vitamina D no puede o debe exponerse”, afirman desde el Centro de Información del Medicamento del Micof. Entre ellos se encontrarían “ancianos que, por circunstancias no pueden salir de su domicilio, embarazadas y lactantes”. Del mismo modo, la vitamina B, cuyo uso experimenta también un crecimiento sostenido, “se ha demostrado ampliamente eficaz para el tratamiento de dolores musculares, siendo en algunas ocasiones utilizada por pacientes crónicos”.

En su conjunto, hace diez años el consumo de envases de vitaminas era de 3,8 millones al año en España, y ahora es de 12,1 millones. Ello supone que su uso se ha triplicado en una década, a la vez que en 2021 su crecimiento interanual fue del 21,5 %. Una tendencia en la que habría influido también la inclusión de este tipo de fármacos como complemento alimenticio, ya sea para mujeres embarazas o para aquellas personas que carecen de alguna vitamina en concreto.

Los datos del Ministerio de Sanidad revelan igualmente, tanto desde que se iniciara la pandemia como en años precedentes, un incremento constante de los fármacos que contienen agentes modificadores de los lípidos, usados como indica el Micof “para el tratamiento de dislipemia y de hipercolesterolemia”. Estas enfermedades se refieren a problemas de salud que afectan al colesterol y los triglicéridos. En este sentido, y según los estudios de la Fundación española del Corazón (FE), entre un 50 % y un 55 % de la población adulta española presentaría niveles elevados de colesterol.

Por último, atendiendo al consumo de medicamentos recetados con cargo a la Seguridad Social según el sistema anatómico sobre el que actúan, se observa que casi un 30 % del total intervienen sobre el sistema nervioso, mientras que un 25 % lo haría sobre el sistema cardiovascular, los dos más relevantes. Tras ellos, el tracto alimentario aglutinaría al 16 % del total, mientras que el 6 % iría destinado al sistema respiratorio y el 5,4 % al sistema musculoesquelético.

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