Dar prioridad a las frutas y verduras y reducir las carnes procesadas y el azúcar mejora las dolencias reumáticas

FUENTE: La Razón

Todo lo que comemos influye en el organismo, más aún cuando existe una patología crónica que hace tambalear los cimientos de la salud. Es lo que ocurre con la artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune que causa dolor en las articulaciones, hinchazón y daño articular permanente. Pues bien, una dieta basada en vegetales podría ser la receta más sencilla para aliviar ese dolor, así como una beneficiosa pérdida de peso y la reducción del colesterol, tal y como se desprende de un reciente estudio publicado en «American Journal of Lifestyle Medicine».

«La dieta vegetariana se basa en un consumo elevado de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales, legumbres y frutos secos) descartando los de origen animal, aunque la más consumida es la que incluye huevos y leche», explica Álvaro Aja, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas. El secreto de las bondades de este tipo de alimentación en las personas que sufren artritis reumatoide se debe a varios factores. «Por un lado, regula el peso corporal, relacionado de forma directa con el dolor articular. Además, al tener una elevada cantidad de vitamina C (en fresas, naranjas, guayaba, pimientos o coliflor), así como vitamina B9, los folatos, (en legumbres como las judías y la soja) y minerales como el selenio (en frutos secos) y cobre (en los guisantes o setas) logran gran capacidad antioxidante y provocan un efecto beneficioso en la salud articular», detalla Aja, quien aclara que «la vitamina D, obtenida por pescados azules y lácteos, y el omega 3 son imprescindibles para las personas con dolencias reumáticas por su capacidad inmunomoduladora y su capacidad antiinflamatoria».

Variedad en el plato

No hay alimentos milagrosos, tampoco cuando se trata de problemas reumatológicos. Así lo considera Montserrat Romera, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER), quien avala la dieta mediterránea, «pues existe una asociación positiva entre la adherencia a ella y una menor prevalencia de artrosis. Una ingesta elevada de ácidos grasos omega 6 induce inflamación sinovial y deterioro del cartílago articular. El patrón mediterráneo previene la inflamación, la destrucción del cartílago y produce una disminución de los omega 6 a favor de los omega 3, de ahí que en pacientes con artritis reumatoide se recomienda este menú por sus beneficios sobre la inflamación y el dolor, además de su protección cardiovascular, frente a distintos tipos de cáncer, enfermedades neurodegenerativas, obesidad o el propio envejecimiento».

En esa dieta mediterránea no puede faltar el aceite de oliva, que «ha demostrado reducir el dolor, mejorar la funcionalidad y la calidad de vida en personas con artrosis. Hay estudios que indican que sus polifenoles pueden mejorar los síntomas de las enfermedades inflamatorias inmunomediadas. Por otro lado, los frutos secos son muy ricos en grasa insaturada y en un estudio encontraron una mejoría clínica de los pacientes con artrosis tras su consumo», añade Romera.

Y tan importante como aquello que comen es lo que deben evitar. «No hay frutas o verduras que sean perjudiciales, pero sí se debe controlar la interacción entre algunos nutrientes. Un ejemplo es entre el selenio y el cobre, ya que interactúan en la absorción uno del otro. Además, si la dieta es elevada en zinc (de origen animal en su mayoría, sobre todo en carnes rojas) éste también puede interaccionar en la absorción del cobre, que en personas con enfermedades reumatológicas se ve afectado», advierte Aja, quien recuerda que los alimentos más perjudiciales para el dolor articular son «el azúcar y el alcohol, así como las purinas, presentes en carnes rojas y procesadas, sobre todo si hay artritis gotosa, causada por una dosis elevada de ácido úrico en sangre».

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