Tanto la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y la colitis no clasificada se engloban dentro del concepto Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) que, además, están asociadas a la respuesta inmune exacerbada con evolución crónica con brotes (alternando remisión y recidivas). Para las personas que tienen esta enfermedad la alimentación es clave en su día a día, por ello, y aunque no hay una dieta única que funcione para todas, a lo largo de este post se va a tratar el tema de la alimentación para ayudarles.

Alimentación en el día a día

Como hemos mencionado, cada persona tiene unas particularidades y unos gustos que deben respetarse a la hora de proponer una alimentación en el día a día. Asimismo, es imprescindible tener en cuenta las necesidades nutricionales según la edad, sexo y actividad, así como valorar factores como problemas de malabsorción, el tratamiento farmacológico que consumen y la parte del tracto digestivo afectada.

No obstante, tras varios estudios se ha concluido que los siguientes alimentos habitualmente producen alteraciones digestivas, por lo que se recomienda evitarlos:

  • Bebidas carbonatadas.
  • Bebidas alcohólicas.
  • Café.
  • Especias: pimentón picante y guindilla. En menor medida: nuez moscada, mostaza, clavo y pimienta, así como salsas que contienen curry y chile.
  • Embutidos, especialmente aquellos que contienen especias como el chorizo, lomo embuchado y salchichón.
  • Pimientos, especialmente cuando se cocinan fritos.
  • Cacahuetes y productos derivados como crema de cacahuetes.
  • Pomelo.

¿Qué puedo comer si tengo un brote?

Ante un brote o un ingreso causado por ciertas complicaciones propias de la enfermedad, generalmente el sistema digestivo está especialmente irritado, aunque también depende de su intensidad. En estos casos, se debe tener en cuenta que resulta imprescindible mantener un aporte de proteínas y calorías adecuadas para evitar la pérdida de peso y masa muscular, así como asegurar una adecuada hidratación reponiendo las pérdidas intestinales y realizar cinco comidas diarias comiendo de forma tranquila y en un ambiente relajado.

Por ello, es necesario mantener una dieta algo más estricta de lo normal. Entre los alimentos que se deben suprimir se incluyen: productos lácteos con lactosa, alimentos con grasas procesadas como bollería, precocinados, etc. y alimentos con mayor cantidad de fibra, especialmente insoluble.

Esto tiene una explicación, la lactosa es el azúcar de la leche que requiere la enzima lactasa para digerirla correctamente. En caso de no sintetizar la lactasa, se deriva en una intolerancia que cursa con malestar digestivo, gases y diarrea. Además, la producción de lactosa en adultos es menor y puede verse reducida aún más en situaciones en las que el intestino se inflama. Por tanto, para evitar que se agrave la sintomatología durante los brotes, se deben retirar estos alimentos. Por su parte, a diferencia de la fibra soluble, la insoluble puede irritar la mucosa debido a que desprenden restos de la pared intestinal; mientras que los productos procesados que contienen grasas trans y saturadas deben evitarse.

Por el contrario, hay algunos alimentos que suelen tolerarse con más facilidad. Algunos ejemplos son:

  • Carnes blancas como el pollo sin piel, la pechuga de pavo, el conejo (al tener menos grasa), etc.
  • Pescados blancos como el gallo, la merluza, etc.
  • Huevo en tortilla francesa, que requiere menos cantidad de aceite al cocinarse y no contiene otros ingredientes que puedan afectar a la EII.
  • Patatas, zanahorias y boniatos cocidos.
  • Caldo de verduras.
  • Arroz hervido, en sémola, en forma de sopas y tortas.
  • Manzana o pera al horno, en compota o cocida, así como plátanos maduros.

También es importante tener en cuenta que la técnica culinaria tiene cierta repercusión en la elaboración de la comida, generalmente se recomienda cocer o en papillote.

¿Cómo debo reintroducir los alimentos?

Cuando el brote sea leve o está remitiendo se pueden reintroducir nuevos alimentos como los purés de verduras (calabaza, calabacín, espárragos), berenjena, acelgas, apio y endivias, así como huevo revuelto o cocido, gambas cocidas, lomo de cerdo de calidad, jamón de calidad y, en ciertos casos, pescado azul. Adicionalmente, se aconseja incorporar alimentos pobres en fibra y, en caso de tolerarse, incorporar progresivamente los alimentos con alto contenido en fibra.

Seguidamente, se pueden ir aplicando nuevas formas de cocinados como el cocido, en papillote, a la plancha, al vapor, al horno, al grill, guisos y estofados suaves utilizando aceite de oliva virgen extra, evitando alimentos fritos y rebozados.

Por último, no hay que olvidar que la alimentación no solamente afecta a los síntomas de Enfermedad Inflamatoria Intestinal, sino que también repercute en la salud y bienestar general. Por ello, se debe consultar a un especialista para que ayude a desarrollar una planificación de una dieta personalizada en la que incluirán los gustos y particularidades del paciente.

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