La contaminación hace que el polen sea más dañino para las personas alérgicas.

FUENTE: 20 Minutos

Llega la primavera, las plantas florecen, las calles de la ciudad vuelven a teñirse de verde y llega el buen tiempo. Pero para un 15% de la población (y hasta un 30% de los jóvenes) este segmento de la travesía anual de nuestro planeta alrededor del sol también trae un molesto inconveniente: las alergias primaverales.

Se da un curioso fenómeno, y es que la prevalencia de estas enfermedades alérgicas no deja de aumentar año tras año; personas que nunca las habían padecido de pronto comienzan a experimentarlas. Las razones detrás de ello son variadas y complejas, pero en gran parte son resultado directo (una vez más) del deterioro que los seres humanos provocamos en el entorno que nos rodea.

"Hay personas que manifiestan la alergia con 50 años"

"Sí que se observa un aumento en la incidencia de patologías respiratorias por alergia", confirma a 20minutos Ana María Martínez Cañavate, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP).

La experta apunta directamente al papel de la contaminación ambiental en este fenómeno: "Las contaminaciones ambientales, por ejemplo por el gasoil, recubren el polen y provocan que resulte más agresivo para nuestro organismo. Se 'rompe' más y libera los alérgenos, que entran así más fácilmente en contacto con las vías respiratorias del paciente".

Esto no afecta de igual manera a todas las personas, pero sí que desencadena el inicio del proceso en las personas predispuestas a ello. "Venimos con una carga genética", explica Martínez, "un genotipo que hace que por exposición seriada a alérgenos más potentes o a mayores concentraciones de alérgenos, con el tiempo y con la edad, provoca que puedan aparecer las alergias. Esto explica que veamos a personas que la manifiestan con 40 o 50 años".

"El estilo de vida que llevemos influye"

Que exista una predisposición genética, con todo, no significa que las personas estén predestinadas a sufrir necesariamente la alergia, ni a sufrirla en un momento determinado. "La alergia se pone de manifiesto también según el estilo de vida que llevemos y lo que hayamos vivido a lo largo del tiempo. No es solo un hecho concreto, sino que hay una multifactorialidad que influye en que se desarrolle antes o después".

Aún así, la herencia sigue siendo el gran predictor del riesgo de padecer alergia al polen: "Principalmente, tienen más riesgo las personas que tienen antecedentes familiares. Por ejemplo, los niños cuyos dos padres tengan alergia tienen un 30-40% más predisposición a padecerla. Cuando solo uno de los progenitores tiene la alergia, los niños tienen más probabilidades de heredarla si se trata de la madre: un 35%, frente al 20% si es el padre".

"Luego están la exposición al propio polen (que en los niños suele ser limitada, por la gran cantidad de tiempo que pasan en interiores), el consumo de alimentos procesados y el bajo cumplimiento de la dieta mediterránea, la exposición a la contaminación (por eso, la incidencia es mayor en las personas que viven en las ciudades que en las que viven en el campo)... Y se ha demostrado que los niños que tienen mayor exposición a agentes infecciosos desarrollan menos alergias, siempre que el uso de antibióticos no sea mayor", continúa Martínez.

"También hay leyendas urbanas como que una mayor incidencia de alergia está relacionada con las vacunas, el uso de antibióticos o con la exposición a menos tipos bacterianos, pero esto no se ha demostrado", añade.

"La mascarilla actúa como barrera"

Al final, la mejor manera de prevenir la alergia (tanto su aparición como, en pacientes que ya son alérgicos, los síntomas) es "evitar la exposición al alérgeno". Así lo señala la experta: "Evitar estar en el exterior en las horas de mayor concentración de polen en el aire, que van más o menos desde las 10/11 de la mañana hasta las 8/9 de la tarde, ya que es cuando las flores se abren y liberan el polen; y evitar la exposición en los días de mucho viento".

Incluso, Martínez apunta a un accesorio que con la pandemia de coronavirus se ha convertido en un viejo conocido: la mascarilla. "Nos han quitado la mascarilla en el exterior, pero las recomendaciones de las sociedades científicas de las alergias sería que se sigan usando, ya que hacen de barrera para evitar la inhalación del polen".

"Quien pueda, también, tiene la opción de viajar a la playa. En las zonas costeras y de alta montaña suele haber menos polen que en las de interior", apostilla, "y, por supuesto, luego están los tratamientos que cada paciente tenga que llevar".

En esta línea, recuerda que no hay que subestimar la importancia de buscar, en un momento dado, ayuda profesional: "Los pacientes que tengan síntomas que acudan al médico para que les ponga un tratamiento específico. Se pueden minimizar mucho los síntomas y pasar de la mejor manera posible este tiempo de primavera", concluye.

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