El cáncer de cuello de útero, también conocido como cérvix, adquiere su nombre por la parte del cuerpo en la que aparecen tumores malignos. En este caso, se trata de uno de los cánceres más común en mujeres. Según la Sociedad Española de Oncología Médica, se estimó que mundialmente han sido diagnosticados 604.127 nuevos casos con una mortalidad de 342.000 fallecimientos anuales.

En España, durante el 2020 se diagnosticaron alrededor de 1957 nuevos casos lo que equivale a un 3% de los tumores femeninos, reduciendo su incidencia en mujeres y posicionándose en la 14ª posición por detrás del tumor de mama, colorrectal, pulmón, estómago, cuerpo de útero, ovario, melanoma, tiroides y hematológicos.

Anatomía

El aparato reproductor femenino está formado por los ovarios, el útero, el cuello de útero, las trompas de Falopio y la vagina, siendo el cérvix la parte inferior del útero.

El cérvix tiene una longitud de varios centímetros que varían en función de la edad, el momento del ciclo menstrual y el número de partos. Además, está dividido en dos partes: el ectocérvix (células epiteliales cilíndricas o células glandulares) y el exocérvix (células epiteliales planas o células escamosas), siendo la zona de unión entre ambas partes o conocida bajo el nombre de zona de transformación es la localización de la mayoría de los tumores.

¿Cuáles son las causas del cáncer de cérvix? ¿cuáles son los factores de riesgo?

La causa más importante es la infección de transmisión sexual (ITS) más frecuente, producida por el virus de papiloma humano (VPH). Esta ITS es asintomática y alrededor del 90% de los casos se eliminan sin tratamiento durante los dos años siguientes tras la infección. Sin embargo, cuando se cronifican se puede progresar hacia un cáncer invasivo. De las 130 variedades de VPH 14 de ellas se consideran de alto riesgo siendo los subtipos 16 y 18 los que producen el 90% de los cánceres.

Por tanto, los subtipos 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58 de VPH son oncogénicos y progresan a lesiones precancerosas que finalmente derivan en una invasión produciendo el cáncer cervical.

Asimismo, y debido a esto, los factores de riesgo están relacionados por la adquisición de la infección. A continuación, los enumeramos:

  • No utilizar métodos de anticoncepción barrera (preservativos). El riesgo oscila entre un 40 y 80% de contagio.
  • Uso de píldora anticonceptiva, ya que se utiliza en lugar de los anticonceptivos barrera que son los que protegen frente a las ITS.
  • Antecedentes de co-infección por ITS.
  • Falta de adherencia a los cribados poblacionales.
  • Tabaquismo, el riesgo es el doble.
  • Multiparidad y primer embarazo a edad temprana.
  • Edad temprana de inicio de las relaciones sexuales.
  • Tener muchas parejas sexuales, se estima que el riesgo de infección aumenta un 3-5% por cada compañero sexual.
  • Parejas de alto riesgo.
  • Personas inmunosuprimidas (trasplantados, pacientes con enfermedades autoinmunes en tratamiento con esteroides, VIH, etc.).
  • Según el tipo de VPH por el potencial oncogénico de cada subtipo.

Resulta infrecuente que el recién nacido adquiera la infección durante el parto, pero cuando la madre está infectada con ciertos subtipos de VPH, produciéndose una papilomatosis respiratoria recurrente con alta morbimortalidad y difícil tratamiento.

¿Cómo se desarrolla?

Como todos los tipos de cáncer, el cáncer de cérvix se inicia con la aparición de cambios premalignos en las células conocidas como displasia o neoplasia intraepitelial cervical (CIN). Como se ha comentado antes, se localizan en la parte baja del útero, es decir, en el cérvix, en concreto entre el ectocérvix y el exocérvix.

Se inicia con CIN 1 siendo estas de bajo riesgo o grado por lo requiere tratamiento. Cuando evoluciona pasa a CIN 2 siendo de alto grado, dando lugar a la necesidad de requerir tratamiento y en ciertos casos desaparece. Cuando alcanza el CIN3 el epitelio está completamente afectado por lo que se debe administrar tratamiento.

  • Crecimiento local: se produce una extensión, la forma más común es hacia la vagina. Sin embargo, puede producirse un crecimiento hacia útero. Sumado a esto, la invasión puede darse también hacia los lados, invadiendo de esta forma a los ligamentos que unen el útero a la pelvis. En caso de que crezca hacia la parte delantera o posterior, puede invadir el recto o vejiga.
  • Diseminación linfática: debido a que el útero es rico en vasos linfáticos, el drenaje de la linfa tiene lugar en diversas regiones ganglionares, por lo que a medida que avanza el crecimiento del tumor, se produce una diseminación linfática simultánea.
  • Diseminación hematógena: el útero además de ser rico en vasos linfáticos, también lo es en sanguíneos, por lo que también hay posibilidad de que se disemine a través de estos hacia el hígado, los pulmones y los huesos. Se debe destacar que este tipo de diseminación no tiene lugar con mucha frecuencia.

Tipos de cáncer de cérvix

Existen diferentes tipos de cáncer de cérvix según la zona afectada y, por tanto, el tipo de células afectadas. Los más frecuentes son el carcinoma de células escamosas localizado en el exocérvix y el adenocarcinoma en el ectocérvix.

En primer lugar, el carcinoma epidermoide microfiltrante se denomina así porque tiene una infiltración muy reducida con menos de 3mm y una superficie de menos de 7mm. De forma general, se realiza una extirpación quirúrgica previniendo que se produzca una invasión adicional ya que no hay un tratamiento.

En segundo lugar, el carcinoma escamoso infiltrante afecta entre un 80%-90% a las células escamosas, es decir al exocérvix, a partir de lesiones neoplásicas CIN, CIN 2 y CIN3.

Entre un 15 y 25% de los carcinomas infiltrantes son adenocarcinomas infiltrantes.

Detección temprana y prevención

La estrategia para la prevención primaria del cáncer de cérvix es la infección de VPH. Para ello, se imparten formaciones de índole sexual para que durante las prácticas sexuales se realice un uso adecuado de los anticonceptivos barrera (preservativos) y mediante la vacunación profiláctica frente al VPH para niños entre 9 y 14 años, con la intención de que no haya tenido previamente relaciones sexuales.

Según los datos epidemiológicos en España el estudio AFRODITA señala que la primera relación sexual tiene lugar entre los 17 y 21 años, aunque más de un 7% de las mujeres se inicia entre los 14 y 16 años. Mientras que el estudio CLEOPATRA indica que el 21,8% de los adolescentes de 15 y 16 años ha tenido su primera relación sexual y el 4% por debajo de los 14 años.

Adicionalmente, los servicios sanitarios ofrecen programas dirigido a mujeres de entre 25 y 65 años para detectar posibles lesiones de forma precoz. En concreto, las mujeres entre 25 y 34 años se les recomienda realizar una prueba sencilla en la que el profesional sanitario toma una muestra de las células del cérvix con un bastoncillo. Repitiéndose cada 3 años.

Para las mujeres de entre 35 y 65 años se pueden realizar una prueba de detección de VPH: autotoma para realizarla desde el domicilio. Consiste en la toma de una muestra del flujo vaginal con un bastoncillo siguiendo las instrucciones de uso. En caso de que el resultado sea VPH negativo, se realiza una prueba a los 5 años siguientes, en caso de VPH positivo, se vuelve a citar a la persona para realizar una citología.

 

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