Los centros de salud buscan mejorar la experiencia de los pacientes a través del olor y transmitir confort en situaciones que son habitualmente estresantes

Humanizar los espacios hospitalarios, farmacéuticos y sanitarios se ha convertido en uno de los objetivos del sector salud. Un cometido que busca hacer de estos entornos lugares más acogedores y relajantes para los pacientes. Pero, mientras estas intervenciones apuntan a cuestiones como la accesibilidad y la iluminación de las estancias, o se tienen en cuenta los colores con los que se decoran y su confort, el olfato es aún el gran olvidado.

Incorporar el olor como valor sensorial o establecer un perfume como motor para crear una experiencia emocional a través del olfato puede servir para mejorar la estancia de los pacientes. Como explica Julio Zarco, presidente de la Fundación Humans, «este sentido está relacionado con el sistema límbico y, al asociarse con el cerebro más primitivo las respuestas ante los olores son más primitivas y reactivas también pudiendo provocar reacciones de rechazo o todo lo contrario».

Es lo que puede sucederles a algunas personas con el «olor a hospital»: «Tiene normalmente un efecto negativo en los pacientes. Los olores lo que nos transmiten son el recuerdo de algo pasado o vivido y tienen un impacto muy importante en nuestra emoción», añade Adriana Izquierdo, miembro del Comité de Rinoconjuntivitis de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (Seorl), y coordinadora de la Unidad de Olfato del Hospital de Tarrasa, en Barcelona. Sin embargo, y como reconoce Zarco, es una dimensión que aún no está muy trabajada: «Desde la fundación hemos certificado 175 servicios hospitalarios y es cierto que el olfato no lo evaluamos. Deberíamos tenerlo más en cuenta, pero no es así porque priorizas lo que más impacto sensorial tiene que es lo visual, la luz, el espacio, el ruido...».

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