La sangre es un servicio de mensajería que transporta nutrientes y envía señales por el cuerpo. Saber el papel de cada uno de sus componentes nos informa del estado de las 'sucursales'

Hacer un análisis de sangre es como tomar una foto que nos ofrece información sobre lo que está pasando en este momento por nuestras venas. Algo similar a lo que ocurre cuando las cámaras de tráfico vigilan lo que sucede en las carreteras. Y hay mucho que contar porque la sangre es un fluido multifacético. Por un lado alimenta cada parte del cuerpo: es como si nos 'regara' llevando hasta el último rincón los nutrientes y los gases. Es también un servicio de mensajería que transporta las hormonas que envían señales por nuestro cuerpo. Hace de calefacción y se encarga de la regulación térmica. Y, por supuesto, por ella desfilan todos los miembros del sistema policial y de defensa que nos protegen frente a las infecciones.

ANÁLISIS DEL ANÁLISIS: DOS BLOQUES BIEN DIFERENCIADOS.

Una analítica estándar tiene dos apartados muy diferentes: por un lado el hemograma, que son las células de la sangre propiamente dichas, y por otro la bioquímica. Mientras que en el hemograma se miden los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas, la bioquímica nos cuenta cómo andamos de colesterol, triglicéridos, glucosa, hierro... y también nos da pistas de lo que pasa por nuestro hígado y el riñón.

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