Su uso está aumentando en personas que no necesitan tratar la disfunción eréctil. Este consumo innecesario ya supone riesgos, pero nada comparado con la combinación con drogas y estimulantes

En la historia de la medicina moderna, pocos fármacos han causado tanta expectación como el sildenafilo, más conocido como Viagra, convirtiéndose en el más vendido en todo el mundo. Los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (IPDE-5) son un grupo de fármacos que utilizamos para tratar la disfunción eréctil, fundamentalmente en hombres mayores que pierden la capacidad de tener erecciones. Estos fármacos actúan relajando el músculo liso del pene y favoreciendo la entrada de sangre en el mismo. Son en sí mismos potenciadores de la erección, aunque necesitan que haya estimulación sexual.

Desafortunadamente, la sociedad de la inmediatez y de la satisfacción instantánea en la que vivimos tiende a ejercer una presión muy peligrosa entre la gente de menor edad y cada vez es más común el consumo de este tipo de fármacos en jóvenes sin este problema, lo cual hace necesario hablar de ciertos riesgos.

El uso de forma recreativa del sildenafilo (Viagra) o de cualquier otro inhibidor de la fosfodiesterasa 5 (IPDE-5) se ha puesto de moda bajo la promesa de mejorar las experiencias sexuales y, en algunos casos, llegan a consumirlo combinándolo con algunas drogas como el éxtasis o estimulantes, cuya mezcla ha sido reconocida como peligrosa y potencialmente fatal.

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