Tener que decirle a un niño que su hermano murió es un momento muy duro. Pero como adultos, es importante que encaremos esa tarea desde la verdad y dando lugar a la expresión de sus emociones

En numerosas sociedades y culturas, la muerte aún se presenta como un tabú. Sin embargo, lo cierto es que todas las personas vamos a transitar dicha experiencia, tanto de manera personal como indirecta, a través del fallecimiento de seres queridos. La muerte causa angustia, sobre eso no caben dudas, pero es aún más angustiante no contar con certezas y que sobre ella se extienda un velo que la oculte.

Cuando eso sucede, la fantasía puede generar aún más temor e interrogantes. ¿Realmente es tan mala y por eso nadie quiere hablar de ella? ¿Todas las personas sufren cuando están muriendo?

Especialmente, en el caso de las infancias, es conveniente no subestimar cómo se sienten los niños frente a la muerte y ofrecer información adecuada a su edad y a su comprensión. Pero no hay que obviar o evitar el tema. Veamos, entonces, cómo decirle a un niño que su hermano murió.

¿Cómo entienden los niños la muerte según las edades?

La idea que los niños tienen de la muerte se vuelve más compleja a medida que crecen, dicen los expertos. Si bien está influenciada por las experiencias personales, la sociedad y la cultura, conocer qué es propio o esperable de cada edad puede servir como herramienta para abordar el tema:

  • De 0 a 2 años: no existe un concepto de la muerte como tal, pero sí son capaces de percibir la ausencia desde los 6 a 8 meses. Hacia los 2 años, con los avances en la socialización, el lenguaje y la autonomía, empiezan a ser más conscientes de que «ese alguien importante» no está o ya no viene más. La idea de pérdida cobra más vigor.
  • De 3 a 6 años: la muerte es temporal y reversible. Creen que sus cuidadores no van a morir. No terminan de elaborar la idea, por lo que es lógico que se pregunten si su abuelo puede escucharlos, por ejemplo.
  • De 6 a 10 años: pueden pensar en la muerte en términos biológicos. Por ejemplo, que se deja de respirar. Comprenden su carácter universal e irreversible. Ya muestran interés por los ritos asociados a la muerte y la despedida.

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