se usan para prevenir nuevos eventos cardiacos y reducir la mortalidad tras un infarto de miocardio, pero también frente a otras patologías, como la hipertensión arterial o la insuficiencia cardiaca

Los fármacos betabloqueantes (atenolol, metoprolol, propranolol, bisoprolol, nebivolol, carvedilol…) se utilizan para tratar diversas patologías del corazón, como la hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, angina de pecho, arritmias o miocardiopatía hipertrófica. También se recetan a quienes han sufrido un infarto de miocardio, con el fin de reducir el riesgo de tener un nuevo infarto o morir por alguna causa cardiaca. Últimamente se ha hablado mucho sobre ellos porque la semana pasada se presentaron en el  Congreso Europeo de Cardiología (ESC Congress 2025) los resultados de un estudio, denominado REBOOT y liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que está llamado a modificar las pautas de prescripción vigentes en los últimos 40 años. Este ensayo demuestra que los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio no complicado y con la función contráctil del corazón intacta no necesitan ser tratados con betabloqueantes.

El presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Luis Rodríguez Padial, ha confirmado a CuídatePlus que este estudio “va a tener bastante relevancia”, pero hace un llamamiento a la “tranquilidad” y subraya la importancia de que quienes estén tomando estos medicamentos sigan haciéndolo mientras su médico no les indique lo contrario. Estas son las razones:

  1. Los betabloqueantes se usan para tratar diferentes patologías cardiacas, y no solo tras un infarto.
  2. Los resultados de la investigación se refieren al uso de estos fármacos después de sufrir un infarto pequeño, pero no tras un infarto más grave.
  3. En general, no se aconseja abandonar la medicación sin consultar al médico, y menos cuando no hay motivos de seguridad que lo justifiquen.

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