Los correctores posturales son unos dispositivos, parecidos a una faja o a un corsé, que se utilizan para ayudar a alinear la columna vertebral y los hombros. Su objetivo es que ayuden a mantener una postura más erguida. Sin embargo, CuídatePlus pregunta a la voz experta, ¿realmente se aconseja su uso o este puede conllevar más riesgos que beneficios?
“La mayoría de las personas no necesitan un corrector postural. De hecho, no existe una ‘postura perfecta’ para sentarse o para estar de pie que prevenga el dolor o que sea más saludable que otra”, aclara Aser Donado Bermejo, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM).
El experto alude a la evidencia científica actual para afirmar que el dolor depende de factores mucho más amplios, como la cantidad de movimiento, el nivel de actividad física, el descanso o el estrés. “Todo esto influye más que la posición exacta de tu espalda”, recalca.
Por ello, el uso puntual de un corrector podría tener sentido sólo en situaciones muy concretas. “Por ejemplo, durante la etapa inicial de recuperación de una lesión o cuando se busca aumentar la conciencia corporal de forma temporal, pero nunca hay que utilizarlo como sustituto del movimiento o del fortalecimiento”, insiste Donado.
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