Los últimos estudios científicos revelan que estos fármacos solo benefician a un subgrupo de pacientes

La utilización de fármacos betabloqueantes está en constante revisión en los últimos tiempos. El pasado mes de septiembre, los resultados del estudio Reboot mostraron que los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio no complicado y con la función contráctil del corazón intacta no necesitan ser tratados con ellos.

Ahora, una revisión de estudios publicada en la revista The New England Journal of Medicine y presentada en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón, celebrada en Nueva Orleans (Estados Unidos), aporta nuevas evidencias que confirman que usar estos fármacos no reduce la mortalidad, ni los reinfartos, ni la insuficiencia cardiaca en ese grupo de pacientes. La investigación, coordinada en España por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), aglutina los datos de cinco ensayos clínicos y casi 18.000 pacientes.

Qué son los betabloqueantes y para qué se usan

Los betabloqueantes (atenolol, metoprolol, propranolol, bisoprolol, nebivolol, carvedilol…) se utilizan para tratar diversas patologías del corazón, como la hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, angina de pecho, arritmias o miocardiopatía hipertrófica. También se recetan a quienes han sufrido un infarto de miocardio, con el fin de reducir el riesgo de tener un nuevo infarto o morir por alguna causa cardiaca.

Hasta hace poco, más de un 80% de los pacientes con un infarto no complicado eran dados de alta con tratamiento con betabloqueantes, según afirmó Borja Ibáñez, director científico del CNIC e investigador principal de Reboot cuando se presentó dicho estudio. Pero, a la luz de los nuevos resultados, su prescripción tras un infarto tenderá a limitarse a aquellos casos en los que el corazón haya quedado muy afectado.

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