Es normal que los adolescentes sientan la necesidad de pertenecer a un grupo. Sin embargo, el fenómeno fan tiene un lado oscuro, que surge cuando las emociones se desbocan y amplifican con las redes sociales

El fenómeno fan ha existido siempre, aunque se ha vivido de forma diferente a lo largo de la historia. Los adolescentes son especialmente proclives a seguir a figuras públicas e identificarse con ellas y es algo absolutamente normal, siempre y cuando se mantenga dentro de lo razonable.

En la actualidad, con el poder amplificador de las redes sociales, lo que antes se expresaba con pósteres o encuentros puntuales con los ídolos, hoy ocurre en tiempo real y con una intensidad mucho mayor, según expone la psicóloga Carla Álvarez Llaneza, de Blua de Sanitas. “El vínculo entre fans y figuras públicas se ha vuelto más directo y emocional”, resalta. “Los jóvenes sienten que conocen a sus ídolos, que forman parte de su vida cotidiana”. Esto puede ser positivo, ya que “refuerza el sentido de pertenencia, pero también peligroso si se convierte en una dependencia afectiva o en una fuente constante de comparación”.

Personas más propensas a convertirse en fans

Oliver Serrano León, director del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, comenta que “hay perfiles de personas más propensas a convertirse en fans”. En términos generales, tienen una alta “motivación afiliativa”, es decir, la necesidad de conectar y ser parte de algo.

Este psicólogo alude a la teoría de la identidad social de Henri Tajfel y John C. Turner (1979), que sugiere que las personas categorizan su mundo social en grupos a los que pertenecen (“nosotros”) y colectivos a los que no pertenecen (“ellos”). Desde este punto de vista, los seguidores de un cantante o un influencer se identifican de forma muy fuerte con él y comparten sus valores y conductas.

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