Durante mucho tiempo hemos escuchado que la personalidad de un niño es el reflejo de su genética y de su entorno familiar, ¿verdad? Pero, ¿y si parte de su carácter también estuviera influenciado por algo mucho más diminuto y más escondido… como las bacterias de su intestino?
Una serie de investigaciones han empezado a trazar una conexión insólita, pero real entre la microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro tracto digestivo, y el desarrollo emocional y conductual de los niños. Los hallazgos sugieren que esas bacterias no solo ayudan a digerir los alimentos, sino que podrían desempeñar un papel clave en cómo los infantes enfrentan el mundo.
En un estudio liderado por la investigadora Anna Aatsinki de la Universidad de Turku (Finlandia), los científicos recolectaron muestras fecales de niños de aproximadamente dos años de edad, previamente evaluados en cuanto a su temperamento. Algunos de estos niños eran clasificados como extrovertidos y curiosos; mientras que otros eran más inhibidos o introvertidos.
Las muestras fueron trasplantadas, con todas las medidas de bioseguridad, al intestino de ratas jóvenes a las que previamente se les había limpiado su microbiota. Al observar el comportamiento de estos animales en situaciones totalmente nuevas, los investigadores identificaron una diferencia significativa: las ratas que recibieron las bacterias de niños extrovertidos mostraron una conducta más exploradora y activa que el resto, lo que sugiere que las comunidades bacterianas presentes en el intestino de los niños podrían influir en su comportamiento a través del conocido eje intestino-cerebro.
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