La salud mental en España representa uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo. Actualmente, la ansiedad, la depresión, el suicidio y la necesidad del bienestar emocional son temas que frecuentemente se ponen encima de la mesa, pero la disparidad entre las necesidades crecientes de la población y la capacidad de respuesta de los servicios sanitarios sigue siendo muy evidente.
El auge de la desinformación digital y sus consecuencias, sumadas a la deriva moral y emocional de la sociedad es un determinante clave del malestar psicológico. A esta dificultad se añade el gran problema subyacente que afecta a España y al mundo en general: la cada vez más baja educación general de una parte importante de la juventud y de la población. Junto a ello la pérdida progresiva de valores en favor de un relativismo ético ha conducido a un peligroso «qué más da». Esta falta de discernimiento crítico facilita la penetración de la desinformación.
Un individualismo exacerbado erosiona los lazos comunitarios y la solidaridad, generando sentimientos de aislamiento y soledad, cruciales para el bienestar psicológico.
La cultura del consumismo promueve una búsqueda incesante de la felicidad en lo material y superficial, lo que conduce a una insatisfacción crónica y a una autoimagen basada en la apariencia. La inmediatez fomentada por la era digital reduce la tolerancia a la frustración y la capacidad de resiliencia.
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