Cada año se gastan unos 2.300 millones en productos para adelgazar que carecen de rigor científico

Fuente: La Razón

La palabra dieta proviene del griego «dayta», que significa régimen de vida (y ahora adaptada como conjunto de sustancias que se ingieren como alimento). Aunque aún nos queda la posibilidad de retomar el valor de la comida como instrumento de sociabilidad, de salud y de emoción.

Las estadísticas publicadas revelan que uno de cada cuatro españoles quiere perder peso, y que tres de cada diez niños y dos de cada diez adultos padecen exceso de peso. Cada año se gastan 2.300 millones de euros en «productos milagro» para adelgazar que carecen de rigor científico. Tampoco hay evidencia en más del 67% de la información nutricional que aparece en libros de «dietas de adelgazamiento».

¿Cuáles son sus peligros?

No existe ninguna fórmula mágica para tener una imagen de «delgadez» que ha fijado la sociedad de consumo. Algunos medios o industrias se apoyan en publicidad engañosa para obtener sus objetivos. Las dietas milagro usan estrategias variadas y argumentos pseudocientíficos para convencer de sus bondades y con frecuencia se acompañan de mensajes con creencias erróneas. Este tema es capital y hay que reconducirlo mediante la educación alimentaria en casa y en las aulas, porque cada vez se extienden más rápidos los mensajes perniciosos pero creíbles para muchos.

¿Qué tienen en común?

Se caracterizan por ser muy restrictivas en energía y desequilibradas en algunos nutrientes. Ya sólo por el hecho de excluir de la dieta alimentos aumentan el riesgo de padecer graves repercusiones físicas y psíquicas. Pueden acarrear también algunos desórdenes alimenticios que podrían desencadenar graves trastornos de la conducta alimentaria, ya que, además, se suelen publicitar acompañadas de fármacos o productos «saciantes y adelgazantes» que realmente son diuréticos o laxantes y que se enmascaran como «depurativos quemagrasas».

Algún ejemplo…

Dietas de muy bajo o bajo valor calórico o hipoenergéticas; pobres en hidratos de carbono ricas en grasas y proteínas; ricas en carbohidratos, pero sólo los que tienen fibra; de la piña y la detox; mono dietas de un solo grupo alimentos (solo proteína, sólo frutas…). En definitiva, hay que desconfiar de las que prometen perder peso rápido y sin esfuerzo.

Y, ¿qué sucede cuando se abandonan estas dietas?

Que se recupera más peso del que se ha perdido y con mucha más facilidad, es otro de los fenómenos perjudiciales más comunes que se asocia a su seguimiento y le denominamos efecto yo-yo o acordeón.

Entonces, ¿cómo reducir peso sin perder salud?

No traspasando los filtros de la educación en hábitos nutricionales saludables. Las dietas milagro no sólo no logran cambiar los malos hábitos, sino que acentúan los errores y no conlleva adherencia al tratamiento dietético, que es uno de los objetivos específicos de los profesionales con el paciente. Las intervenciones enfermeras se centran en promover la educación nutricional y difundirla como instrumento de salud, prestando servicio a la población informando de los perjuicios de las dietas desequilibradas y trabajando especialmente en la formación y la educación. Así deben ser pedagógicas pues suelen afectar a la conducta por mecanismos emocionales e inconscientes.

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