Fuente: El Periódico

Con la primavera, proliferan las alergias y aumentan las posibilidades de padecer una. Y como la cifra de alérgicos no para de crecer -un estudio de 2018 asegura que en 2050 la mitad de los catalanes habrán desarrollado alguna enfermedad alérgica- y la temporada de alergias al polen, por ejemplo, empieza 20 días antes, es 10 días más larga y tiene un 21% más de polen que en 1990, conviene estar preparados para no sufrir una anafilaxia, que es una reacción alérgica generalizada que, en casos extremos, puede llegar a ser incluso mortal.

Para evitar que una anafilaxia leve derive en un caso grave o provoque la muerte, las personas alérgicas deben tomar una serie de precauciones que incluye, entre otras cosas, llevar preparada una inyección de adrenalina, que es el modo en el que se suele presentar este medicamento.

Producida por el cuerpo humano

La adrenalina, también conocida como epinefrina, es una hormona que produce el cuerpo humano de forma natural a través de las glándulas suprarrenales que, como su nombre indica, se sitúan encima de los riñones.

El organismo libera esas hormonas en situaciones de peligro o miedo que le generan estrés o, incluso, excitación para poder enfrentarse a ellas. Y al liberarlas, activa el sistema circulatorio, aumentando la tensión arterial, mejora la capacidad del sistema respiratorio al dilatar los bronquios, estimula la producción de dopamina -una de las hormonas de la felicidad-, etcétera.

Efectos y formas de administración

Cuando se sintetiza como medicamento, es útil en reacciones alérgicas y asmáticas graves y en situaciones de anafilaxia, porque suelen provocar una caída de la tensión arterial. Si la crisis es asmática, actúa el efecto broncodilatador de la adrenalina y en casos de parada cardiaca estimula los latidos del corazón.

Para administrar la inyección, hay que tumbarse con las piernas en alto. Si se tiene dificultades para respirar, basta con sentarse. Pero en ningún modo hay que quedarse de pie.

La inyección hay que administrarla en el muslo y, acto seguido, hay que llamar a una ambulancia para que los profesionales sanitarios evalúen la gravedad de la anafilaxia.

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