Hace años que están prohibidos los promotores de crecimiento y antibióticos en la cría de ganado

Fuente: El Mundo

Entre el "marketing del miedo" y el "marketing healthy" anda el juego en el sector de la publicidad alimentaria. Por un lado están los que se empeñan en demostrarnos que gran parte de lo que comemos y bebemos es tóxico y mortal... y por otro los que prometen sin ningún tipo de reparo que comiendo sus productos estaremos más sano que una lechuga.

El problema es que hay afirmaciones que, de tanto repetirlas, terminan calando en el imaginario colectivo. Hoy desmontamos algunas de estas creencias:

¿PUEDE TENER HORMONAS O ANTIBIÓTICOS EL POLLO QUE CONSUMIMOS?

Aunque es cierto que hace décadas se hacía uso y abuso de antibióticos y promotores del crecimiento para mejorar el rendimiento en la cría de aves y ganado, desde el año 2006 en la Unión Europea está prohibido administrar antibióticos a los animales para favorecer su "engorde". Solo pueden administrarse con fines terapéuticos y bajo prescripción del veterinario. ¿Y estas medidas se cumplen? Sí, aunque en España el uso de antibióticos es mayor que en otros países de Europa, se cumple. La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) hace controles periódicos para ver si los ganaderos hacen bien los deberes y el porcentaje de muestras que no cumple la legalidad es inferior al 0,2%.

¿LA LECHE CRUDA ES MÁS SANA PORQUE NO TIENE "QUÍMICOS"?

Para empezar, queramos o no, en esta vida todo es química. Incluido el aire que respiramos. Con respecto a la leche cruda, lo que han demostrado algunos estudios científicos es que en ella puede haber microorganismos patógenos danzando. Los inquilinos favoritos de la leche cruda son Salmonella spp., Campylobacter spp. o Escherichia coli, que ahora en verano entran en su temporada alta. Sus efectos pueden ir desde una simple diarrea, hasta la muerte. Ante la posibilidad de este fatal desenlace las autoridades sanitarias recomiendan hervir la leche cruda. De hecho, el artículo 11 de un Decreto aprobado en julio de 2018 obliga a indicar en el etiquetado que hay que hervirla antes de usar y conservarla en la nevera. Pero la cosa tiene más miga de lo que parece: la leche cruda debe conservarse entre 1 y 4ºC y resulta que la temperatura de nuestras neveras oscilan entre los 2 y los 8ºC. Esto en verano puede ser especialmente peligroso así que es importante recordar que la pasteurización es el único método eficaz que garantiza la eliminación y control de los patógenos en la leche y derivados.

¿LA LACTOSA ES EL NUEVO ANTICRISTO?

A pesar de que la EFSA prohíbe utilizar como health claim (reclamo sobre la salud) la reducción o eliminación de la lactosa en los alimentos, muchos consumidores perciben que estas leches son más saludables para la población en general. Se me ocurre que el hecho de que en los envases de las leches sin lactosa aparezcan palabras como "ligera" o "fácil de digerir" puede contribuir a la causa

La realidad es que la lactosa es un azúcar presente de forma natural en la leche. Incluso en la leche materna. Está formada por dos azúcares que van unidos de la manita (glucosa y galactosa) y que se separan en el intestino para poder ser absorbidos por obra y gracia de la enzima lactasa. ¿Qué ocurre si una persona anda escasa de lactasa? La lactosa no podrá dividirse y la glucosa y la galactosa se quedarán flotando juntas en el intestino. ¿El problema? Que a las bacterias que tienen que digerir estos azúcares comer las dos moléculas de golpe se les hace bola. Tanto que al zamparse la lactosa, producen ácidos orgánicos, agua... ¡y gas! Estos gases, que en el fondo son "pedetes de bacteria", son los responsables del malestar digestivo en los intolerantes a la lactosa.

La pregunta es... ¿y esto puede ocurrirle a todo el mundo? La actividad de la lactasa es máxima cuando nacemos (nuestro cuerpo está preparado para alimentarse solo de leche en su primera etapa), pero disminuye a medida que nos vamos haciendo mayorcitos. Se calcula que en España hay un 35 % de personas sanas con hipolactasia o baja actividad de la lactasa. Sí, es un porcentaje importante, pero recordemos que existe un 65 % a los que "les funciona la lactasa". Es decir, la mayoría de los españoles no son intolerantes a la lactosa y no necesitan tomar de serie leches "ligeras" o "fáciles de digerir" como a veces se nos intenta hacer creer.

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