Los síntomas de una deshidratación leve son cansancio, debilidad o dolor de cabeza, pero si la situación empeora pueden aparecer vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria y una disminución del nivel de consciencia

Fuente: EFE Salud

Vuelve el calor y con ello, los riesgos asociados a las altas temperaturas. Los golpes de calor y la deshidratación son los problemas más comunes durante la época estival.

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) alerta de las graves consecuencias que puede tener la deshidratación para el organismo.

La deshidratación se produce cuando hay un balance de líquidos negativo, es decir, cuando se pierde más agua de la que se ingiere.

Una de las consecuencias de la deshidratación por el calor es la obstaculización a la llegada de nutrientes a nuestro organismo. Esto dificulta su correcto funcionamiento.

“Durante el verano, por el calor y por la regulación de la temperatura mediante la sudoración, las pérdidas de agua insensibles aumentan y se eleva el riesgo de desbalance”, manifiesta el doctor David Barajas, coordinador del Grupo de Trabajo de Metabolismo del Agua de la SEEN.

No obstante, el cuerpo en condiciones normales detecta este exceso de pérdidas agudizándose la sensación de sed e incitándonos a beber para mantener el equilibrio hídrico.

Cómo evitar la deshidratación

Aunque el endocrinólogo aconseja no ingerir líquidos de forma forzada, esta recomendación cuenta con excepciones en grupos de población como los niños y ancianos.

Los niños no tienen la sensación de sed totalmente desarrollada, por lo que hay más riesgo de una deshidratación prolongada y su sensación de sed también puede estar disminuida como en los ancianos.

Asimismo, el doctor Barajas indica que cuanta más agua se pierde, más graves son las consecuencias para el organismo.

“Si la deshidratación es leve, sentimos cansancio, debilidad o dolor de cabeza, pero si la situación empeora pueden aparecer vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como una disminución del nivel de consciencia”.

Cuando la temperatura corporal aumenta de forma inadecuada pueden llegar a sufrir un golpe de calor y, en consecuencia, requerir asistencia médica inmediata.

Cantidad diaria de agua recomendada

El endocrinólogo recomienda como norma general ingerir 2 o 2,5 litros cada día, aunque se debe aumentar cuando se alcanzan altas temperaturas.

En el caso de personas que realizan prácticas deportivas y en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, la cantidad recomendada deberá incrementarse.

El ser humano adquiere cada día el 75 % del agua que necesita en forma de líquido. El otro 25 % proviene de alimentos como frutas y verduras que tienen un alto contenido en agua, presentan aporte vitamínico y minerales y repercuten directamente en el estado de hidratación.

El endocrinólogo de la SEEN señala que el líquido más recomendable es el agua, aunque existen algunas excepciones.

“En otras situaciones, como al realizar deporte, podemos tener una pérdida excesiva de electrolitos, por lo que es aconsejable optar por la bebida isotónica para recuperar las sales perdidas por el sudor”, apunta el doctor.

Además, el experto recuerda que ocurre algo similar con las enfermedades gastrointestinales. Por ello, se deben tomar preparados especiales con sales minerales para suplir la pérdida digestiva de los mismos.

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