Si eres de los que disfrutan beber agua con gas, no te preocupes, en general no afecta los riñones, aunque la consumas con regularidad. Los problemas pueden surgir si la tomas como sustituto del agua natural, o bien, si tienes antecedentes de enfermedad renal o hipertensión y abusas de las versiones altas en sodio o aditivos.
Es posible que hayas escuchado que su contenido de dióxido de carbono aumenta la presión sobre los riñones, que su acidez aumenta el riesgo de cálculos renales o que es tan dañina como los refrescos por el hecho de ser carbonatada. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de argumento científico y corresponden, en gran medida, a creencias populares.
Como sea, entendemos que, con tantos rumores circulando, aún tengas dudas de si es una opción segura o si lo mejor es evitarla. Para ayudarte a obtener respuestas, a continuación te explicamos qué dice la ciencia al respecto y cuáles son los factores que debes considerar para evitar posibles inconvenientes.
La idea de que el agua con gas tiene efectos perjudiciales para la salud renal proviene de una serie de suposiciones sin fundamento y de la comparación errónea con los efectos que causan las bebidas carbonatadas azucaradas, como los refrescos. Durante mucho tiempo, algunos han asumido que, por ser efervescente y ligeramente ácida, sobrecarga los riñones e influye en la formación de cálculos.
Noticia completa en Mejor con salud.