Desde hace años se habla del adelanto de la primera regla en las niñas, que se cifra en entre un año y medio y dos años antes. Hace algo más de una década, la media de edad estaba en torno a los 14 años y ahora ha bajado a 12 años. Podría parecer una cuestión meramente anecdótica si no fuera porque puede tener consecuencias para la salud. Hay evidencias científicas de que llegar antes a la pubertad puede incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y cáncer de mama, entre otros problemas.
Se ha debatido mucho sobre las posibles causas, llegando incluso a achacar una parte de la culpa al cambio climático, ya que vivir en lugares con temperaturas más elevadas se asocia con una primera regla más precoz. Otro motivo que se suele mencionar es la influencia de unas sustancias que se encuentran en plásticos y pesticidas: los disruptores endocrinos. Estos compuestos tienen una estructura parecida a las hormonas asociadas a la pubertad, lo que puede engañar al organismo y precipitar la pubertad.
No obstante, el aumento del sobrepeso y la obesidad en la infancia en las últimas décadas son los factores más comúnmente asociados a este fenómeno por parte de los expertos en la materia. Entre otras cosas, podría deberse a que la grasa corporal produce más estrógenos, lo que hace que se dispare la menstruación.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Human Reproduction, apunta a otro factor muy relacionado con los anteriores: la alimentación. Según los resultados de esta investigación, llevar una dieta saludable durante la infancia se asocia a un primer periodo menstrual más tardío.
Un aspecto importante de este nuevo trabajo es que, contrariamente a lo que muestran otros estudios, el momento de la pubertad no se vio alterado ni por el índice de masa corporal (IMC) ni por la altura de las niñas. Por lo tanto, aunque el sobrepeso está muy relacionado con la alimentación, lo realmente decisivo son los alimentos que componen la dieta.
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