Hay personas que no pueden soportar escuchar a otras masticar, golpear la mesa con el dedo o taconear impacientemente mientras esperan el bus. Pero no se trata de una simple manía. En casos extremos, en los que estos sonidos producen una sensación muy desagradable a quien los percibe, hablamos de misofonía.
La misofonía es una alteración neurológica que se presenta como una alta sensibilidad a un sonido concreto. Según explican desde la página de Centros Auditivos Aural, el problema de base no se encuentra en los oídos, sino en el sistema nervioso central y en su forma de interpretar los sonidos. Así, parece que una posible causa es la asociación emocional que el paciente puede tener con el sonido, ya sean traumas en la infancia o la asociación con alguna situación estresante.
Los sonidos más asociados con la misofonía son el llanto de los bebés, los ronquidos, los ruidos producidos por animales, llamadas de teléfono o la masticación, entre otros.
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