Una jornada laboral excesivamente prolongada afecta a la salud mental y se relaciona con un mayor riesgo de sufrir diversas enfermedades. Un estudio revela cambios significativos en estructuras cerebrales relacionadas con funciones cruciales

La sobrecarga de trabajo no puede traer nada bueno. Trabajar largas horas tiene un impacto indudable en diferentes esferas de la vida y, muy especialmente, en la salud. Así lo reveló un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2021, que cifra en más de 750.000 las muertes registradas en por ictus y cardiopatía isquémica en 2016 que son atribuibles a trabajar más de 55 horas a la semana. Los problemas achacables a la prolongación de la jornada laboral, según los datos de este trabajo, son más acusados en los hombres (el 72% de las personas fallecidas por esta causa eran varones), en las personas que viven en países del Pacífico Occidental y de Asia sudoriental y en los trabajadores de mediana edad o mayores. La mayor parte de las defunciones registradas corresponden a personas de entre 60 y 79 años que habían trabajado 55 horas o más a la semana entre los 45 y los 74 años.

Otras investigaciones han vinculado la sobrecarga laboral a una mayor incidencia de afecciones metabólicas, como la diabetes, así como a numerosos trastornos mentales.

Más allá de patologías concretas, también puede ser interesante evaluar el impacto de la sobrecarga laboral en estructuras y órganos concretos del cuerpo, como puede ser el cerebro. Así lo ha hecho un equipo de científicos coreanos, que recientemente ha publicado sus resultados preliminares en la revista Occupational & Environmental Medicine.

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