Limpiar el hogar suele ser una terapia para muchas personas y les ayuda a reducir el estrés o a despejar su mente. Pero, cuando la limpieza se convierte en una obsesión, ya deja de ser placentera y pasa a transformarse en un problema.
Esto no tiene que ver con ser una persona ordenada o pulcra. En realidad, la obsesión por la limpieza es la necesidad de mantener todo impecable por miedo a los gérmenes o contaminantes. Por lo que forma parte de los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC), y se presenta con pensamientos que se repiten una y otra vez, junto con rutinas de higiene muy estrictas para intentar calmar la ansiedad que provocan.
Dentro de las señales se encuentra el sentimiento de que se debe limpiar aunque no haya suciedad visible o cuando esta actividad empieza a ocupar demasiado espacio en la rutina. La buena noticia es que hay formas de que la limpieza deje de ser una carga o una fuente de angustia.
Cuándo la limpieza se vuelve una obsesión
La limpieza excesiva, como tener el hogar impecable o lavarse las manos con frecuencia, puede pasar desapercibida al principio, porque suele estar bien vista. Pero, cuando esas conductas se vuelven repetitivas y generan malestar, puede tratarse más de una conducta compulsiva que de un hábito saludable.
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