La falta de organización en entornos físicos, como el hogar o la oficina, reduce la concentración y produce alteraciones del sueño. Descubre más sobre el malestar psicológico y otros efectos que produce el desorden

Nuestro hogar y lugar de trabajo deberían ser refugios: espacios que nos hagan sentir seguros y cómodos, mientras reflejan quienes somos. Lo que nos rodea influye más de lo que imaginamos en cómo pensamos, sentimos y actuamos.

Aunque no lo parezca, un clóset repleto hasta el tope donde no encuentras nada o un escritorio cubierto de papeles sin orden pueden alterar nuestro estado de ánimo. No se trata solo de estética: el desorden puede ser una fuente de ansiedad, estrés, e incluso culpa o vergüenza.

Pero, ¿cuándo podemos decir que un espacio está realmente desordenado? El psicólogo Dr. JosephFerrari define a este estado de desorganización como «una acumulación excesiva de objetos que, en conjunto, provocan caos en nuestra vida». Entonces, cuando lo que guardamos —y a lo que solemos aferrarnos emocionalmente— empieza a afectar nuestra tranquilidad o nuestras relaciones, es momento de prestar atención a qué provoca el desorden.

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